Observaciones del Editor
Precursores
La pintura de la portada, “Las 95 Tesis de Martín” es de Fernindad Pauweld (1830-1904).
Como verá cuando lea los artículos en esta edición de nuestra revista, la Reforma fue un movimiento titánico que cambió todo.
Pero no se desarrolló en el vacío. Aunque está fechada el 31 de octubre de 1517, cuando un monje católico llamado Martín Lutero lanzó sus desafíos a la doctrina católica, hubo precursores de Lutero, quienes allanaron el camino para la revolución que siguió.
Valdo y Wiclef
Estaba Pedro Valdo (1140-1205) en Francia, quien condenó lo que consideraba como excesos papales y dogmas católicos, incluyendo el purgatorio y la transubstanciación. En 1170 él comenzó a emplear hombres para traducir la Biblia al idioma común de Francia (esto fue cuando la Biblia sólo estaba disponible en latín).
Pero el más importante precursor de Lutero fue un teólogo inglés llamado Juan Wiclef (ca. 1324-1384). Disgustado por la inmoralidad de los sacerdotes católicos romanos, Wiclef dio un paso adelante en 1378 y se lanzó como un reformador doctrinal. Condenó las enseñanzas de las indulgencias, la transubstanciación y la infalibilidad papal. Él fue el primer en etiquetar al papa como Anticristo.
Además enseñó que Jesús, y no el papa, es la cabeza de la Iglesia; que la Biblia, y no el papa, es la única autoridad de la verdad; y que la Iglesia debería modelarse según la Iglesia del Nuevo Testamento.
La contribución más importante de Wiclef para la Reforma llegó en 1382, cuando publicó su Nuevo Testamento en inglés, que él y otros habían traducido de la Vulgata Latina.
Juan Huss
Las enseñanzas de Wiclef tuvieron un tremendo efecto sobre un sacerdote checo llamado Juan Huss (1369-1215). Como Wiclef, Huss predicó contra las indulgencias; enseñó que la verdadera Iglesia era el cuerpo de creyentes universal; argumentó que Cristo, y no el papa, es la cabeza de la Iglesia; razonó que las Escrituras deberían ser la fuente final de toda verdad; y mantuvo que la membresía de la iglesia no garantiza la salvación. También defendió que las Escrituras deberían ponerse a la disposición de las personas en sus propios idiomas.
Huss fue excomulgado por el papa y enviado al exilio. Más tarde fue quemado en la hoguera, y los escritos de Juan Wiclef fueron usados como leña para el fuego. En algunas de sus últimas palabras en 1415, profetizó que surgiría un hombre cuyo llamado a la reforma no podía ser suprimido. Esta profecía se cumplió 100 años después en 1517, cuando Lutero clavó sus 95 Tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio en Wittenberg, Alemania.
Martín Lutero
Con respecto a Martín Lutero, siempre he tenido emociones encontradas sobre él. Ciertamente debería ser admirado por tener el coraje de oponerse audazmente a la institución más poderosa y corrupta de la Edad Media. Es un milagro de Dios que él no perdió su vida por hacerlo. También admiro su amor por la Palabra de Dios y su deseo de que fuera la fuente de toda la autoridad para la Iglesia.
Pero estoy mortificado por su virulento antisemitismo y sus propuestas satánicas para ocuparse de los judíos — propuestas que los nazis alegremente instituyeron —.
Los Artículos de Esta Edición
Todos los artículos en esta edición acerca de la Reforma fueron escritos específicamente para esta revista. Algunos tuvieron que ser editados y revisados por su longitud y su lenguaje teológico técnico. El objetivo era hacer que cada artículo fuera lo más legible posible para la persona promedio, sin comprometer la integridad del mensaje del autor. Estoy muy agradecido con cada autor.
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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