La Implacable Persecución de los Judíos
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Cuando Moisés les advirtió a los hijos de Israel que su mayor castigo por la desobediencia sería la expulsión de la Tierra Prometida, también les dijo que a dondequiera que fueran en el mundo, serían perseguidos.
Como se registra en Levíticos, Moisés dijo que si su pecado persistente conducía a su dispersión mundial, Dios haría esto: “desenvainaré espada en pos de vosotros” (Levítico 26:33). Además declaró que Dios haría esto: “…infundiré tal cobardía en la tierra de sus enemigos que el ruido de una hoja sacudida los ahuyentará” (Levítico 26:36).
En el mismo discurso, registrado en Deuteronomio 28, Moisés describió en un lenguaje aun más gráfico el horrible destino de la persecución que experimentarían si eran expulsados de su tierra y esparcidos por todo el mundo:
65) Y entre aquellas naciones no tendrás tranquilidad ni habrá reposo para la planta de tu pie. Allí te dará el SEÑOR corazón tembloroso, decaimiento de ojos y desesperación del alma.
66) Vivirás en constante suspenso; estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida.
67) Debido a lo que temerá tu corazón y por lo que verán tus ojos, dirás por la mañana: ‘¡Oh, si fuera de noche!’. Y dirás por la noche: ‘¡Oh, si fuera de mañana!’.
Trágicamente, las advertencias en todas estas profecías se hicieron realidad porque el pueblo judío persistió en su rebelión contra Dios y finalmente fueron dispersados de su tierra por todo el mundo, donde experimentaron persecución constante.
Y aun más trágico es el hecho de que la mayor parte de la persecución vino de cristianos profesantes que eran defensores de lo que llegó a ser conocido como “Teología del Reemplazo”.
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