««Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado»».
Pregunta: Yo no estoy de acuerdo con la idea de que una vez salvo siempre salvo (SE). En (1 Corintios 9:27) el Apóstol Pablo escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo, “Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado”. ¿Cómo explica usted la palabra descalificado? Pablo sabía que él era salvo, si usted está en lo correcto, pero, ¿cómo Pablo podía ser descalificado?
Respuesta: Pablo también escribió que cuando creímos la primera vez, recibimos el sello del Espíritu Santo como un depósito que garantiza nuestra herencia (Efesios 1:13-14) y que Dios ha tomado propiedad de nosotros y que es Él quien nos hace estar firmes (2 Corintios 1:21-22). Puesto que, como usted dice, él estaba escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, ¿cómo podría haberse contradicho a sí mismo en esto?
La palabra griega traducida descalificado significa no pasar la prueba, o ser anulado. La única prueba para la salvación es el creer (Juan 3:16; 6:28-29; 6:40) y la única forma para descalificarse es rehusar creer (Juan 3:18; 2 Tesalonicenses 2:9-10).
En el contexto de 1 Corintios 9:25-27 Pablo compara la vida de una persona creyente con los intentos de un atleta para obtener la victoria en una competencia. Ambos implican dominar el cuerpo de uno mismo. Esta no es una precondición para la salvación, sino una manera para obtener la victoria sobre la carne después que hemos sido salvos y salvas. Por consiguiente, este versículo no es acerca de la salvación, sino acerca de vivir una vida cristiana victoriosa.
En 1 Corintios 3:15 Pablo escribió que aún si todas nuestras obras humanas son quemadas en el fuego, aún seremos salvos. En otras palabras, aún si todos nuestros intentos de dominar nuestro cuerpo resultan en un fracaso en vez de una victoria, nuestra salvación no se verá afectada.
Respuesta dada por el hermano Jack Kelley en su ebook: La Seguridad Eterna
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