El propósito de esta sección es presentar el punto de vista dispensacional de Gálatas 6:16, el único pasaje que todos los Teólogos del Pacto utilizan como evidencia de que la Iglesia es el Israel espiritual, o que los creyentes gentiles llegan a ser judíos espirituales. El versículo no confirma su tesis.
El Libro de Gálatas se ocupa de los gentiles que estaban procurando obtener la salvación por medio de la ley. Los que estaban engañándolos eran judaizantes, que eran judíos que demandaban fidelidad a la Ley de Moisés. Para ellos, un gentil tenía que convertirse al judaísmo antes de que pudiera calificar para ser salvo por Cristo. En el versículo 15, Pablo dice que lo importante para ser salvo es la fe, que da como resultado un nuevo hombre. Él también menciona dos elementos: la circuncisión y la incircuncisión. Esto se refiere a dos grupos de personas: judíos y gentiles, dos grupos ya mencionados por estos mismos términos en 2:7-9:
Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.
En el versículo 16, Pablo pronuncia entonces una bendición sobre los miembros de los dos grupos que siguen esta regla de salvación sólo por fe. El primer grupo son “ellos”, la incircuncisión, los cristianos gentiles, a quienes él había dedicado la mayor parte de la epístola. El segundo grupo, es el “Israel de Dios”. Éstos son la circuncisión, los creyentes judíos quienes, al contrario de los judaizantes, seguían la regla de la salvación por gracia por medio de sólo la fe. Los Teólogos del Pacto tienen que ignorar el significado primario de kai (la conjunción que usualmente se traduce “y”), que en el versículo separa a los dos grupos, con el fin de hacerlos un mismo grupo.
En una obra reciente, el Dr. S. Lewis Johnson, que fue profesor de Griego y Exégesis del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Dallas, ha hecho un estudio detallado de Gálatas 6:16. En su introducción, Johnson hace la siguiente observación:
A pesar de la abrumadora evidencia de lo contrario, hay un persistente apoyo para el argumento de que el término Israel puede referirse a los creyentes gentiles de esta era presente…el principal apoyo se encuentra en Gálatas 6:16…
No puedo sino pensar que consideraciones dogmáticas cobran mucha importancia en la interpretación de Gálatas 6:16. La tenacidad con la cual se mantiene la aplicación del “Israel de Dios” a la Iglesia, a pesar de la enorme evidencia en contra, lleva a pensar que los defensores de este punto de vista creen que su sistema escatológico, usualmente amilenarista, depende de que el término se refiera al pueblo de Dios, compuesto tanto de judíos como de gentiles. El Amilenarismo no depende de esta interpretación, pero este punto de vista pareciera tener un lugar predilecto en la exégesis amilenial.
Hablando de que el término se refiere al Israel étnico, el sentido que el término Israel tiene en cada uno de los más de sesenta y cinco pasajes en el Nuevo Testamento y de los quince usos que le da Pablo, el respetado comentarista reformado William Hendricksen, en tonos muy emocionales, escribe, “Me niego a aceptar esa explicación”.
A lo que me estoy refiriendo, está bien expresado por D.W.B.Robinson en un artículo escrito como hace veinte años: “Citar con desenvoltura Gálatas 6:16 para apoyar el punto de vista de que ‘la iglesia es el nuevo Israel’ debe ser objetado vigorosamente. Hay motivos de peso para una interpretación limitada”. En mi opinión, podemos decir más que eso. Hay más que razones de peso para una interpretación más limitada. Hay un abrumador respaldo para ello. De hecho, el punto de vista menos adecuado entre varias alternativas, es el punto de vista de que el “Israel de Dios” es la iglesia.
Johnson presenta tres puntos de vista en cuanto a este versículo. Sólo el primero insiste en que “el Israel de Dios” es la Iglesia como un todo, en cambio los otros dos lo limitan a creyentes judíos.
El primer punto de vista dice que “el Israel de Dios” es simplemente un término descriptivo de la iglesia creyente de este tiempo. El Israel de Dios es el cuerpo que debe andar conforme a la regla de la nueva creación y eso incluye a creyentes judíos y gentiles. Es impresionante la lista de nombres de personas que apoyan este punto de vista, aunque las bases de esta interpretación son débiles y pocas.
Johnson rechaza este punto de vista por tres motivos: 1) gramaticales; 2) exegéticos; 3) teológicos.
Razón gramatical: el uso de la palabra griega kai (que se ha traducido “y”) Si la intención de Pablo era que “ellos” se refiriera al “Israel de Dios” debería haber omitido la palabra kai (“y”).William Hendricksen ha hecho precisamente eso, ha dejado de traducir esa palabra, para que el texto diga lo que él quiere que diga.
Razón exegética: No hay ejemplos en la literatura bíblica de que el término Israel se use para la iglesia o para el pueblo de Dios compuesto de creyentes judíos y gentiles. En los primeros capítulos del Libro de los Hechos se hace una diferencia en el uso de los términos Israel e Iglesia, porque Israel existe al lado de la recientemente formada iglesia, y las dos entidades son nombradas con palabras diferentes.
Para quienes quieren citar como evidencia Romanos 9:6, Johnson muestra que este versículo no apoya tal punto de vista, porque aquí se hace distinción entre judíos que creen y judíos que no creen. Algunos de ellos son creyentes, por lo cual pertenecen al verdadero Israel, otros, en cambio, aunque son israelitas étnicos, no son el verdadero Israel, porque no son creyentes y no han sido elegidos. No se hace mención de los gentiles en este versículo.
Muchos Teólogos del Pacto están de acuerdo con esta explicación de Romanos 9:6 y no lo usan para respaldar la idea de que “el Israel de Dios” de Gálatas 6:16 se refiera a la Iglesia.
Razón teológica: No hay ninguna evidencia histórica de que el término Israel se identificara con la iglesia antes del año 160 D.C. Además, en esa fecha no se caracterizaba a la iglesia como “el Israel de Dios”. En otras palabras, por más de un siglo después de Pablo no hay evidencia de que se identificara así.
El resumen de Johnson en cuanto al primer punto de vista: Para terminar la discusión de la primera interpretación, parece claro que hay poca evidencia - gramatical, exegética o teológica- que la respalde.
La segunda postura es que “el Israel de Dios” es el remanente creyente judío dentro de la iglesia. Esta es la postura de Johnson mismo y es también la postura dispensacionalista. Johnson describe este punto de vista como sigue:
La segunda de las interpretaciones importantes de Gálatas 6:16 y del “Israel de Dios” es que las palabras se refieren simplemente al los israelitas étnicos creyentes en la iglesia cristiana. ¿No habla Pablo de sí mismo como de un israelita (Rom.11:1)? ¿Y no habla el Apóstol también de “un remanente escogido por gracia (Rom.11:5), palabras que, en el contexto, se refieren evidentemente a israelitas creyentes? ¿Qué cosa más apropiada podría haber escrito Pablo, se dice, en una obra que atacaba tan enérgicamente a creyentes profesantes judíos, los judaizantes, para dejar en claro que no estaba atacando a los verdaderos creyentes judíos? Los judaizantes eran anatematizados, pero el remanente escogido por gracia era “el Israel de Dios”.
Esta expresión, “el Israel de Dios” debería contrastarse con su expresión en 1 Corintios 10:18, “el Israel según la carne”, como el verdadero Israel creyente versus el elemento incrédulo, tal como en Romanos 9:6 el apóstol distingue dos Israel, uno elegido y creyente, el otro incrédulo, pero ambos son israelitas étnicos (vv.7-13).
Johnson apoya este parecer por las mismas tres razones por las que rechaza la primera opinión. Por consideraciones gramaticales y de sintaxis, Johnson dice que “no hay razones gramaticales o de sintaxis que sean contrarias a esta postura” y, por lo demás, el sentido común de kai es tomado en cuenta como corresponde.
En cuanto a motivos exegéticos, Johnson dice:
Exegéticamente esta explicación es correcta, puesto que “Israel” tiene el sentido étnico que Pablo emplea siempre. Llegando al final de su epístola-batalla con su duro y severo ataque a los judaizantes y la omisión de sus acostumbradas palabras de gratitud, Pablo modera su lenguaje con una bendición especial para aquellos creyentes israelitas fieles que, entendiendo la gracia de Dios y la exclusión de toda obra humana como el fundamento de la redención, no han sucumbido a los sutiles halagos de los judaizantes engañadores. Ellos, no los falsos hombres de Jerusalén, son “el Israel de Dios” o, como los llama en otra parte, “el remanente escogido por gracia” (Rom.11:5).
En cuanto a motivos teológicos, Johnson dice:
Teológicamente la postura es correcta en su apoyo a dos grupos dentro de un pueblo de Dios, gentiles y judíos étnicos. Romanos 11 explica en detalle la relación entre ambos integrantes desde los días de Abraham, hasta el tiempo presente y hasta el futuro cumplimiento de las grandes promesas incondicionales hechas a los patriarcas.
La tercera postura está de acuerdo con la segunda, que “el Israel de Dios” tiene que referirse a creyentes judíos y no a la iglesia como un todo, pero ve a este remanente judío como futuro:
La tercera interpretación es la postura de que la expresión “el Israel de Dios” se usa escatológicamente y se refiere al Israel que se volverá al Señor en el futuro, durante los eventos que tendrán lugar en la segunda venida de nuestro Señor. Pablo, mientras escribía Gálatas, tenía en mente su bien conocida profecía en cuanto a la salvación de “todo Israel” de Romanos 11:25-27.
La tercera postura, entonces, dice que el término “el Israel de Dios” se refiere al Israel étnico, pero localizan la bendición en el futuro.
Johnson no tiene mayores objeciones frente a esta tercera postura, porque gramaticalmente esta última posición es acertada. También es acertada teológicamente, porque:
Esta opinión armoniza con la importante enseñanza de Pablo de que hay dos clases de israelitas, uno creyente y otro incrédulo.
El único problema es exegético, por cuanto el tema escatológico no era el objetivo principal de la epístola a los Gálatas. Sin embargo, Johnson admite que esta postura puede considerarse exegéticamente posible, puesto que, en el contexto más amplio, el Pacto Abrahámico y el Reino de Dios fueron mencionados.
La segunda postura parece ser la mejor. En tanto que la tercera es bíblicamente aceptable, la primera no lo es. Johnson concluye:
Si hay alguna interpretación que tambalea en un fundamento débil, es la opinión de que Pablo iguala el término “el Israel de Dios” con la iglesia creyente de judíos y gentiles. Para sostenerla debe ignorarse el uso general del término ‘Israel’ que Pablo hace en el Nuevo Testamento y su uso en todas las Escrituras. El uso gramatical y de sintaxis de la palabra kai es forzado y distorsionado –y aceptar el sentido poco común, porque el sentido usual no satisface – solamente porque no está de acuerdo con lo que el exegeta quiere creer. Y para agravar el asunto, en el contexto especial de Gálatas y en el contexto general de las enseñanzas de Pablo, especialmente como son explicadas en Romanos 11, los principales pasajes de Pablo en cuanto a los tratos de Dios con los judíos y los gentiles, son atenuados. La doctrina de que la Iglesia de judíos y gentiles es “el Israel de Dios” reside en una ilusión. Es un caso clásico de exégesis tendenciosa.
Conclusión
Para la Israelología Dispensacional, la conclusión es que la Iglesia nunca es llamada, y no es, un “Israel espiritual” o un “nuevo Israel”. El término “Israel” es usado para la nación o para el pueblo de Israel como un todo, o para el remanente creyente de ellos. Nunca se usa para la Iglesia en general o para los creyentes gentiles en particular.
Tomado de: Middle Town Bible Church
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