viernes, 3 de marzo de 2017

Un Análisis del Libro: La Cabaña




Título en inglés: The Shack
Título en español: La Cabaña
Autor: W. Paul Young
Editorial: Windblown Media (Los Angeles, California)
Fecha: Diciembre 2008
Género: Ficción
270 páginas (español)

“La Cabaña” es un libro reciente que goza de gran popularidad en medios cristianos. Recientemente ha sido traducido al español y es por ello que consideramos necesario advertir a los cristianos de habla hispana de las aberraciones contenidas en esta obra. Se trata de una historia de ficción y narra la saga de un individuo llamado Mackenzie Allen Phillips (Mack en adelante) que pasó un fin de semana con Dios, específicamente con las tres personas de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en una cabaña situada en un bosque.

Mack ha sufrido la terrible pérdida de una hija de seis años de edad a manos de un asesino en serie. Este evento lo ha dejado desvastado y mentalmente atormentado. El libro trata con la “sanación” de Mack por medio de una reunión con las personas de la Trinidad, quienes toman forma humana durante el encuentro.

A cuatro años de la tragedia, Mack recibe una nota de Dios invitándolo a conversar con él en la misma cabaña donde su hija fue asesinada. Aunque escéptico, Mack acude a la cita. Allí se encuentra con Dios Padre, una enorme mujer afro-estadounidense apasionada por la cocina (p.75) llamada “Papá” (p.78), el Espíritu Santo, una diminuta mujer asiática (p.76) semi-transparente de nombre “Sarayu” [‘viento’ o ‘aire’ en Sanskrit] (p.79), y Jesús, un hombre judío de apariencia árabe, vestido con mameluco de obrero, camisa a cuadros y herramientas de carpintero a la cintura (p.76-77). 

La Deidad

Para aquellos que somos sensibles en el tema de la naturaleza de Dios y la veracidad de la Biblia, la descripción de los tres miembros de la Trinidad es suficiente para mirar con escepticismo el libro en su totalidad. Recordemos que al Padre nadie jamás lo ha visto (Jn. 1:18; 4:24; 5:37), el Espíritu Santo nunca se ha revelado en forma humana, y Jesús se apareció por última vez a Pablo (físicamente y con su gloria velada – 1 Co. 15:8) y a Juan (en forma glorificada en una visión – Ap. 1).

No menos preocupante es el hecho de que en la novela, el Padre (más que todo una madre) tiene cicatrices en las muñecas semejantes a las heridas de Cristo en la cruz (p.88). Esto es absolutamente erróneo. Primero, el Padre no fue crucificado; segundo, el Padre no tiene un cuerpo de carne y huesos como el Hijo (Jn. 4:24; Lc. 24:39). Alguien le podrá dar un significado simbólico a las cicatrices del Padre, pero, ¿es la representación del libro bíblicamente fiel? La aberración es confirmada más adelante cuando la enorme dama de color que personifica al Padre, habla de los tres miembros de la Deidad en esta forma: “Cuando los tres nos expresamos en la existencia humana como el Hijo de Dios, nos hicimos completamente humanos… nos convertimos en un ser de carne y hueso” (p.92). La Biblia, por el contrario, no expresa en ningún pasaje que el Padre y el Espíritu Santo se convirtieron en humanos; esa fue una acción llevada a cabo solamente por la segunda Persona de la Trinidad, Jesucristo.

Curiosamente, existe una descripción acertada de la Trinidad en las palabras de Papá, dos páginas más adelante: “No somos tres dioses; no estamos hablando de un dios con tres actitudes, como un hombre que es esposo, padre y trabajador. Yo soy un Dios y soy tres personas, y cada una de las tres es plena y enteramente única” (p.94). Esto es correcto, pero lamentablemente es una de las pocas verdades teológicas de la novela. Todo libro peligroso para la fe cristiana tiene una dosis de verdad, y “La Cabaña” es uno de ellos.

He aquí otro ejemplo de distorsión de la naturaleza de Dios: La Cabaña, o en su defecto, Mack (y por ende el autor, Paul Young), revela un actitud de desprecio hacia la teología en general. Como todo libro o persona que hace esto, demuestran su hipocresía cuando deprecian la teología de la iglesia pero al mismo tiempo tratan de imponer la de ellos. “Olvídense de la doctrina que le enseñaron, mejor adopte esta otra doctrina”, parece ser el mensaje detrás del mensaje. Veamos un ejemplo del libro; en una conversación de sobremesa, Mack inquiere sobre el tema de jerarquías dentro de la Trinidad: “Saben a qué me refiero… a quién está a cargo. ¿No tienen una cadena de mando?” A esto Jesús contesta: “¿Cadena de mando? ¡Eso suena horrible!”. Acto seguido, tanto Jesús como el Padre prorrumpen en risas burlonas. Para consuelo de Mack, Sarayu (el Espíritu Santo) interviene diciendo que no les haga caso, que sólo están jugando con él, y pasa a explicarle que los miembros de la Trinidad  “no tenemos ningún concepto de autoridad suprema entre nosotros, sólo de  unidad … lo que ves aquí es relación sin ninguna capa de poder… la jerarquía no tendría ningún sentido entre nosotros (pp.116,117) … Así que [los hombres] piensan que Dios debe relacionarse dentro de una jerarquía, como ustedes. Pero eso no es así” (p.119).

Esto ignora completamente la doctrina de la Trinidad Económica, la cual define y describe cómo se relacionan los miembros de la Deidad entre ellos y con nosotros. Por ejemplo, el Padre envía al Hijo, no a la inversa (Jn. 6:44; 8:18; 10:36; 1 Jn. 4:14); Jesús bajó del cielo no para hacer su voluntad sino la del Padre (Jn. 6:38). Dios es la cabeza de Cristo (1 Co. 11:3). La creación está sujeta a Cristo y Jesús estará sujeto al Padre por la eternidad (1 Co. 15:27-28). Jesús envía al Espíritu Santo (Jn.14:26; 16:7). Esto significa que, contrario a lo que propone el autor de La Cabaña, existe una jerarquía en la Trinidad. La novela se opone aquí a la revelación bíblica.

Jesús

En una de las tantas conversaciones con Mack, Papá (Dios Padre, la mujer afro-estadounidense) dice: “Aunque por naturaleza él es completamente Dios, Jesús también es completamente humano… y vive como tal… momento a momento decide permanecer en el suelo” (p.92). Es propio aclarar que “permanecer en el suelo”, siguiendo la imagen literaria del contexto inmediato, puede entenderse apropiadamente como “permanecer siendo solamente  humano”. Si bien la declaración de Papá comienza con una verdad, o sea, Jesús es “completamente Dios y completamente humano”, lo que sigue y sus implicaciones son radicalmente antibíblicas. Cuando Mack le pregunta a Papá cómo Jesús pudo hacer milagros, curaciones y levantar gente de entre los muertos, Papá no duda en decir que Jesús hacía todo eso “como un ser humano dependiente y limitado que confiaba en que mi vida y poder actuaban dentro de él y a través de él. Jesús, como humano, no tenía poder en sí mismo para curar a nadie” [subrayado nuestro] (p.93).

La verdad es que aquí hay suficientes elementos de verdad como para confundir hasta al mejor teólogo. En realidad Jesús no fue solamente humano durante la encarnación; tampoco cesó de ser plenamente Dios. Sólo se limitó en el uso de sus atributos divinos, pero toda la plenitud de la Deidad estaba en él (Col. 2:9). El hecho de que haya decidido limitarse en su Deidad y que haya dependido del Padre y el Espíritu Santo durante su encarnación no significa que “no tuviera ningún poder en sí mismo”, ya que nunca renunció a su esencia o naturaleza divina. Con este tipo de nociones, Paul Young bordea en forma lamentable en la teología de las sectas arrianas, los unitarios y otros, quienes enseñan que Jesús fue sólo un hombre a quien el Padre dotó o ungió de poder para realizar milagros.

Para colmo de males, el mismo pasaje del libro da a entender que así como “Jesús vivió de su relación conmigo” (el padre hablando), de esa forma “quiero que todos los seres humanos vivan… todos los seres humanos están diseñados para vivir: a partir de mi vida” (p.93). Jesús, fue el primero en vivir una relación al máximo con Dios (p.93). Si esto le suena como la espiritualidad promovida por la Nueva Era, se debe a que aquí Jesús es presentado como un gurú que enseña una senda de iluminación para que en esta vida los humanos podamos ser como Dios. La Biblia, por el contrario, describe a un Jesús que es nuestro ejemplo a seguir en materia de doctrina y conducta, no un ejemplo para lograr la deificación del ser humano. Por si no queda claro que el Jesús de La Cabaña no desea ser un ejemplo para nosotros, él mismo dice: “… mi vida no fue destinada a ser un ejemplo. Ser mi seguidor no es tratar de ‘ser como Jesús'” (p.147).

El Espíritu Santo

Young desafía la misma esencia de Dios cuando cita, al comienzo del capítulo 14, a un escritor de la secta Universalista Unitariana, Buckminster Fuller, quien dijo que Dios era un verbo, no un nombre propio (p.194). En una declaración relacionada, Young describe a Jesús hablando acerca del Espíritu Santo: “Ella es la creatividad; es acción; es el hálito de vida” (p.104). La Biblia, por el contrario, presenta a Dios como una persona en un sentido (un nombre), no una acción (un verbo). Estos conceptos del libro dan pie para pasar del entendimiento de un Dios personal al concepto monista y panteísta de las filosofías orientales y de la Nueva Era. Por ello no nos toma de sorpresa que cuando Mack pregunta al Espíritu Santo si la volverá a ver, ella contesta: “¡Claro que sí! Podrías verme en una obra de arte, o musical, o en el silencio, o en la gente, o en la creación, o en tu alegría y tu dolor” (p.202). En la misma vena, encontramos en el estribillo de una canción que Missy, la hija asesinada de Mack ha compuesto, “Bésame, viento, y respira de mí para que uno seamos” (p.239). Aparentemente, Dios es la creación y los humanos podemos ser uno con la creación. Esto no es teología bíblica y lo expresado evidencia la inclinación de Young hacia las filosofías y conceptos espirituales del oriente típicos de la Nueva Era, y afines a las enseñanazas del movimiento conocido como la “iglesia emergente”.

Salvación

Cuando Mack pregunta cómo formar parte de la iglesia, Jesús le dice: “Es muy sencillo, Mack. Todo se reduce a las relaciones y compartir simplemente la vida” (p.179). Previamente, Jesús le había dicho a Mack que él puede salir de su desastre simplemente “regresando”. “Regresar a mí. Renunciar a sus formas de poder y manipulación y sólo regresar a mí” (p.145). Esto suena muy espiritual, pero como el libro nunca explica claramente el evangelio, nadie que lo lea se va a enterar lo que volver a Cristo significa.

La cosa se pone más interesante cuando Mack pregunta a Papá qué fue lo que Jesús logró al morir. La respuesta de Dios es: “Gracias a su muerte y resurrección, yo estoy ahora plenamente reconciliada con el mundo” (p.195). Mack trata de obtener una respuesta más específica al preguntar si Papá se refería a los creen en él, a lo que Dios contesta “con todo el mundo”. ¿Bastante directo, verdad? ¿Significa esto que todos serán salvos? Young nunca se anima a decir eso, pero la impresión indeleble que deja el libro es que sí, sobre todo cuando Papá dice: “En Jesús, he perdonado a todos los seres humanos de sus pecados contra mí, pero sólo algunos eligen la relación” (p.230). Lógicamente, elegir una relación con Dios es una opción que no altera el destino final de los hombres, ya que si todos han sido perdonados, todos irán al cielo. Este concepto es la base de una antigua herejía llamada “universalismo”. La Escritura la contradice de plano (Mt. 25:46; Mr. 3:28).

Por si quedara alguna duda de los pensamientos del autor del libro, destaco las palabras de Papá en la página anterior: “Yo no humillo, culpo ni condeno” (p.229). Debe ser por eso que el padre de Mack (una criatura horrenda que nunca dio muestras de ser salvo) se encuentra ahora en el cielo (pp.214-220). De acuerdo con Young, Dios no es un Dios de juicio. Veamos lo que Papá dice: “No necesito castigar a las personas por haber pecado. El pecado lleva en sí mismo el castigo, al devorarte por adentro. Castigar no es mi propósito; curar es mi alegría” (p.114). Aquí la traducción al español no hace justicia al idioma original, ya que en inglés la frase lee literalmente: “No es mi propósito castigar el pecado, mi trabajo es curarlo”. Es obvio que si bien Dios proveyó la cura para el pecado (la cruz), las palabras de Young no reflejan toda la verdad, especialmente cuando la Escritura describe a Dios activamente involucrado en el castigo de los pecadores.

Si a estas alturas las aguas están turbias, aun se ponen más oscuras cuando Mack pregunta a Jesús qué significa ser un cristiano. Jesús responde: “¿Quién ha hablado de ser cristiano? Yo no soy un cristiano… quienes me aman, proceden de todos los sistemas que existen. Son budistas o mormones, bautistas o musulmanes, algunos son demócratas, otros republicanos, y muchos otros no votan ni forman parte de ninguna institución de domingos en la mañana o religiosa … No tengo el menor deseo de volverlos cristianos, sino de acompañarlos en su transformación en hijos e hijas de Papá, mis hermanos y hermanas, mis Amados” (p.183). Ante esta respuesta de Jesús, Mack se encuentra confuso y pregunta: “¿Eso significa que todos los caminos conducen a ti (p.183)?” Jesús niega esto pero inmediatamente agrega: “Lo que eso significa es que yo recorreré todos los caminos que sean necesarios para salir a tu encuentro” (p.184). Esta es una forma sutil de decir que todos los caminos conducen a Dios. En realidad lo que el Jesús de la novela dice es que él recorrerá cualquier camino con usted para llevarlo a su auto-transformación. En otras palabras, Jesús se adapta a cualquier camino que usted recorra y lo transformará en un hijo de Dios no importa cuál sea ese camino. Young nos miente una vez más; la Biblia dice que los hombres debemos recorrer un solo camino, el camino angosto que nos lleva a Dios por medio de Jesucristo (Mt. 7:14; Jn. 14:6).

¿Perdón incondicional?

Sobre el final de la novela, Papá (Dios Padre, un nombre que el autor evita usar durante toda la obra) sugiere en forma gentil pero energética, que Mack perdone al asesino de su hija (pp.230-33). “Mack, debes perdonar a ese hombre para entregármelo y permitirme redimirlo”, expresa Papá. Pocas veces se escriben frases tan breves y con tantos errores. En primer lugar, vemos que Dios desea que Mack perdone a un individuo que no se ha arrepentido. En ningún lugar de la Biblia encontramos la idea de que debemos perdonar sin que haya arrepentimiento de por medio. La Biblia, por el contrario, deja muy claro que el arrepentimiento debe anteceder al perdón (Lc: 17:3-4). Ni siquiera Dios perdona incondicionalmente (2 Cr.7:14; Lc.13:3b, 1 Jn.1:9). Mack finalmente accede a perdonarlo al gritar “te perdono” y repetir la frase varias veces. Curiosamente el asesino no está presente ni tampoco pidió que lo perdonaran (hasta donde sabemos). Este no es el verdadero perdón bíblico. Este perdón no tiene sentido y realmente no significa nada. Podrá hacer sentir que la persona que “perdona” se sienta mejor, pero es un alivio ilusorio y sin base bíblica. El perdón incondicional es una afrenta a nuestro sentido básico de justicia y una muestra de desconocimiento de la gravedad del pecado y su crueldad. En un mundo abusivo y pecaminoso, no se debe perdonar incondicionalmente. Young enseña un perdón totalmente terapéutico, inadecuado y antibíblico.

En segundo lugar, la frase de Papá implica que si Mack no perdona al asesino, Dios no puede redimirlo. Esta es una perspectiva muy limitada del poder de Dios. No conozco en la Biblia ninguna instancia donde Dios deba pedir permiso a un hombre para salvar a alguien. “El también es mi hijo. Quiero redimirlo”, dice Papá refiriéndose al asesino (p.230). La implicación es que si Mack no lo perdona, Dios no puede redimir al criminal. Nada puede ser más contrario a la teología bíblica. Ni mencionemos las inferencias de la frase “él también es mi hijo”, una noción que viene de filas liberales y sectas de todo tipo y color, que creen en el dogma de la “Paternidad Universal de Dios”. El dogma contradice la Escritura; sólo los que creen en Cristo son hijos de Dios (Jn. 1:18; Ro. 8:14).

Irreverencia 

En lo personal soy reacio a formarme imágenes mentales de Dios Padre y el Espíritu Santo, especialmente sabiendo que ambos nunca han sido vistos por el hombre (exceptuando simbolismos como la “forma de paloma” y las “lenguas de fuego” en el caso del Espíritu Santo). En sí, los antropomorfismos de La Cabaña desafían el tercer Mandamiento y conllevan el potencial de hacer tropezar en la fe a aquellos que no manejan la doctrina bíblica con un mediano grado de habilidad. Pero también considero irrespetuosa la forma en que Young decidió representar la Deidad, específicamente a Dios Padre como la Big Momma, el personaje del comediante Martin Lawrence, al Espíritu Santo como la versión femenina de Jackie Chang, y a Jesús como un leñador (alusión a la vestimenta) con la nariz de Adrien Brody, el “galán” de la última película de King Kong (p.105).

Las representaciones femeninas del Padre y el Espíritu Santo constituyen una manera subliminal de promover el feminismo. Si no es así, se trataría al menos de una maniobra de mercadotecnia a los efectos de alcanzar al sector femenino de lectores en potencia. Si bien es cierto que Dios no tiene género per se, y que unas pocas de sus acciones son descritas metafóricamente en términos femeninos, él ha escogido llamarse “Padre”, nunca “Madre” en la Biblia. Jesucristo por cierto siempre le llamó “Padre”. Por otra parte, todas las alusiones bíblicas al Espíritu Santo son en forma masculina. En mi opinión, los antropomorfismos de Young son una burla a la revelación bíblica.

Un ejemplo del rechazo de Young a la forma en que Dios se revela en la Escritura, es la superficialidad con que trata con la santidad de Dios. En una escena presentada en la página 82, Mack encuentra a Dios “ocupada” en la cocina al mismo tiempo que se ondulaba y bailaba, aparentemente al ritmo de una música que escuchaba con unos audífonos. Una vez quitados los audífonos, Mack pregunta a Dios qué tipo de música escuchaba. Para su sorpresa Dios le dice que se trataba de música funk, a lo que Mack responde que el funk no es necesariamente un ritmo muy devoto (p.82-83). Dios replica que, efectivamente, las letras no son espirituales, y aprovecha para regañar a Mack diciéndole: “Mira, Mackenzie: no tienes por qué hacerte cargo de mí. Oigo de todo … (p.83)”. En otras palabras, no te metas en lo que no te importa, si quiero escuchar música de contenido inmoral, lo hago. Acerca de los intérpretes, Papá agrega,  “Estos muchachos no dicen nada que yo no haya oído antes… Son sólo algunos de mis hijos soltando gritos y alardes. Soy especialmente afecta a estos chicos, ¿sabes?” Este no es el Dios que la Biblia llama “Santo” cientos de veces. En este pasaje de la novela, Young no sólo reduce a Dios al nivel de los hombres sino que va más allá, lo hace descender a un plano de inmoralidad al que muy pocos autores se han atrevido.

Rechazo del cristianismo tradicional y bíblico

Cualquier persona con discernimiento que haya decidido perder el tiempo leyendo La Cabaña, se dará cuenta que la novela promueve un rechazo vehemente al cristianismo tradicional. Mack, el personaje humano, expresa que nada de lo que aprendió en el seminario le sirvió en absoluto (p.83), su educación teológica en el seminario no le sirvió de nada (p.57), las oraciones e himnos dominicales no le llenaban, y las “juntitas religiosas” no hacen ninguna diferencia real (p.57). Más allá de que la enseñanza de algunos seminarios esté contaminada de muchas formas, y que en toda iglesia encontremos algunos cristianos nominales, eso no es razón para generalizar y tirar por la ventana el agua del baño juntamente con el bebé. Todo esto denota una hostilidad velada hacia la iglesia tradicional, aun las más bíblicas. Young es tan habilidoso que sabe salpicar a través del libro su rechazo hacia el cristianismo genuino, disfrazándolo de espiritualismo. El mismo dios imaginario de Young parece estar de acuerdo con Mack cuando le dice que se le ha aparecido como una mujer para ayudarlo a no recaer en su “condicionamiento religioso”. Si se le hubiera aparecido como un “un grandioso abuelo de barba suelta y raza blanca, dice Papá, eso hubiera “reforzado tus estereotipos religiosos” (p.85). De modo que aparentemente el libro nos va entregar una nueva forma de tener una relación con Dios. Olvídese de la Biblia, de las reuniones de iglesia (de congregarse), de todo lo que aprendió hasta ahora. Una experiencia con Dios tipo mística es más importante que la Escritura, la iglesia “se reduce a las relaciones y compartir simplemente la vida” (p.179), según el Jesús de la novela. Sin embargo, la Biblia enseña exactamente lo opuesto, la Escritura es superior a las experiencias (2 Ti. 3:16; 2 P. 1:16-21), y ser parte de la iglesia no simplemente significa tener una relación con Dios, sino también conocer la verdad y conocer a Dios en verdad (Jn. 17:3; 4:24), y hablar lo que es de acuerdo con la sana doctrina (Tit. 2:1,7). La doctrina, singular, comprende varias doctrinas, entre ellas: la revelación de Dios, su naturaleza, soberanía, llamado, santidad, majestad, propósito para nosotros, su obra redentora, y todas las enseñanzas necesarias para entender a Dios y saber si las experiencias espirituales que tenemos son verdaderas o falsas. Sin embargo, La Cabaña nunca hace mención de la supremacía de la Escritura en la vida del creyente. Al contrario, la doctrina es ridiculizada así como también la preparación académica.

Conclusión

Debido a los múltiples errores teológicos, el rechazo de la sana doctrina y la supremacía de la Escritura, la promoción de las experiencias subjetivas por encima de la Biblia, la ridiculización de la Deidad, la elevación del ser humano y la reducción de la majestad, poder y soberanía de Dios, el marcado contenido místico, la presencia de conceptos con matices de la Nueva Era, la Iglesia Emergente y otras corrientes, La Cabaña debe ser considerada como un ataque al cristianismo. En el análisis final, presenta un Padre, un Jesús, y un Espíritu Santo falsos. La forma de salvación y la cosmovisión de la novela son también un espejismo peligroso que puede confundir y perjudicar al lector desprevenido. El libro no contiene ningún poder transformador como lo promete. Algunos comentaristas indican que el libro presenta algunas nociones de valor. Puede que sí, pero estos valores rescatables vienen hundidos en un mar de falsedades. No recomendamos la obra en absoluto.

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