Sus Raíces y Perseverancia
Recientemente hablé en una conferencia en la que me fue asignado el tema, “Israel en los Tiempos del Fin”. Creo que sorprendí a muchas personas cuando inicié mi presentación haciendo la pregunta, “¿Realmente hay algún papel para Israel en el plan de Dios para los tiempos del fin?”. Estoy seguro que la mayor parte de mi audiencia pensó que era una pregunta tonta debido a que la mayoría de ellos eran estudiantes de la profecía bíblica y estaban conscientes del hecho de que el pueblo judío es el punto focal de la profecía bíblica del tiempo del fin.
Pero procedí a asegurarles que la pregunta no era tonta. Les expliqué que durante casi 2,000 años la Iglesia en general, Católica y Protestante, ha mantenido que, debido al hecho de que los judíos rechazaron a Jesús como su Mesías, Dios derramó Su ira sobre ellos en el año 70 EC, destruyendo su nación y su templo y que Él se ha lavado Sus manos de ellos, dejándolos sin ningún propósito en absoluto como nación. En resumen, por causa de su rebelión contra Dios en su rechazo de Jesús, Dios ha reemplazado a Israel con la Iglesia, transfiriendo las bendiciones prometidas a Israel a la Iglesia.
Esto se llama “Teología del Reemplazo” y aquellos que creen en ella constituyen la mayoría de los cristianos profesantes de hoy en día. Por consiguiente, consideran que el Israel de la época moderna es un accidente de la historia, sin ninguna importancia espiritual en lo absoluto.
Y, por lo tanto, niegan que Dios tenga algún plan especial para el pueblo judío en los tiempos del fin. De nuevo, para ellos, la reunión de los judíos y el re-establecimiento de Israel son sencillamente accidentes de la historia, sin ninguna importancia espiritual.
El Origen de la Teología del Reemplazo
Las raíces de la Teología del Reemplazo y su fruto de antisemitismo se remontan al comienzo mismo del Cristianismo.
Esto es irónico cuando usted considera el hecho de que la Iglesia comenzó como una institución judía. Fue fundada en Judea por judíos que eran seguidores de un Mesías judío y todos sus documentos fundacionales fueron escritos por judíos.
Este símbolo es el símbolo cristiano más antiguo que alguna vez haya sido descubierto. Éste enfatiza claramente los orígenes judíos del Cristianismo. El símbolo está tallado en artefactos hallados en Jerusalén que datan desde el Siglo I. Como puede ver, muestra al pez, el símbolo de la Iglesia, emergiendo de raíces judías, representadas por la Menorá y la Estrella de David. El pez se convirtió en un símbolo para los cristianos debido a que la palabra pez en griego es icthus, y los cristianos usaban las letras de esta palabra, ICTHUS, como un acrónimo para Iesous, Christos, Theos, Huios and Soter, que quiere decir, Jesucristo, el Hijo de Dios y Salvador.
Pero el característico sabor judío del Cristianismo primitivo no iba a durar mucho. A medida que la Iglesia comenzó a extenderse más allá de Judea, su mensaje fue abrazado por más y más gentiles que no tenían ningún interés en mantener contacto con las raíces judías de la Iglesia. Peor aún, los nuevos líderes gentiles comenzaron a volverse contra los judíos al caracterizarlos como “asesinos de Cristo”.
Considere los siguientes ejemplos:
Ignacio de Antioquía (50-117 EC) – Enseñó que aquellos que participan de la Pascua son partícipes con aquellos que mataron a Jesús.
Justino Mártir (100-106 EC) – Afirmó que el pacto de Dios con Israel ya no era válido y que los gentiles habían reemplazado a los judíos.
Ireneo (130-202 EC) – Declaró que los judíos fueron desheredados de la gracia de Dios.
Tertuliano (155-230 EC) – Culpó a los judíos por la muerte de Jesús y argumentó que habían sido rechazados por Dios.
Orígenes (185-254 EC) – Fue responsable de mucho antisemitismo, todo el cual estaba basado en su afirmación de que los judíos fueron responsables de matar a Jesús.
El Concilio de Elvira (305 EC en España) – Prohibió a los cristianos compartir alimentos con un judío, casarse con un judío, bendecir a un judío u observar el Sabbath.
El Concilio de Nicea (325 EC en Turquía) – Cambió la celebración de la Resurrección de la Fiesta de las Primicias judía a la de la Pascua (Semana Santa) en un intento de desasociarla de las fiestas judías. El Concilio declaró: “Porque es indecoroso más allá de toda medida que el más sagrado de los festivales tengamos que seguir las costumbres de los judíos. Por lo tanto no tengamos nada en común con este pueblo tan aborrecible…”
Eusebio (275-339 EC) – Enseñó que las promesas de la Escritura estaban destinadas para los gentiles y que las maldiciones estaban destinadas para los judíos. Afirmó que la Iglesia era el “verdadero Israel”.
Juan Crisóstomo (349-407 EC) – Predicó una serie de sermones contra los judíos en los que declaró, “La sinagoga no sólo es un burdel y un teatro, también es una cueva de ladrones y un lugar de alojamiento para bestias salvajes… Los judíos son asesinos empedernidos poseídos por el diablo. Su libertinaje y embriaguez los ha entregado a las costumbres de los cerdos”. Negó que los judíos pudieran recibir alguna vez el perdón. Afirmó que era un deber cristiano odiar a los judíos. Afirmó que los judíos adoraban a Satanás. ¡Y este hombre fue canonizado como un santo!
Jerónimo (347-420 EC) – Describió a los judíos como “…serpientes usando la imagen de Judas. Sus salmos y oraciones son los rebuznos de los burros… Son incapaces de entender la Escritura…”
San Agustín (347-420 EC) – Afirmó que los judíos merecían la muerte pero que estaban destinados a vagar por la tierra para “ser testigos de la victoria de la Iglesia sobre la sinagoga”.
La Edad Media
Para la Edad Media, dos conceptos erróneos se habían convertido en doctrina establecida de la Iglesia:
1. Los judíos deberían ser considerados “asesinos de Cristo” y deberían ser maltratados como corresponde.
2. La Iglesia ha reemplazado a Israel, y Dios no tiene ningún propósito futuro para los judíos.
Estos conceptos fueron reforzados a lo largo de la Edad Media por medio de las Cruzadas, la Inquisición, obras que representaban la pasión, la epidemia de la plaga negra y los libelos de sangre.
En el año 1095, el papa Urbano II convocó a una cruzada para liberar a la Tierra Santa de sus gobernantes musulmanes. Aunque la meta primaria de la cruzada era liberar Jerusalén de los musulmanes, los judíos eran un segundo blanco. El odio y los temores acumulados resultantes de los cargos de deicidio (el asesinato de Dios) explotaron con este llamado a las armas. El abad de Cluny preguntó el porqué los cristianos deberían viajar a “los confines del mundo para pelear contra los sarracenos, cuando permitimos entre nosotros otros infieles mil veces más culpables hacia Cristo que los mahometanos”. La pasión religiosa, la codicia y la vulnerabilidad de los judíos condujeron al surgimiento de turbas violentas que asesinaron a miles de judíos al grito de “¡Conversión o muerte!”. Este comportamiento continuó durante ocho cruzadas adicionales hasta la novena en 1272.
Las obras de la pasión abundaron durante la Edad Media, y fueron usadas para cultivar el odio hacia el pueblo judío. Los judíos eran descritos como demonios que sabían muy bien que Cristo era el hijo de Dios. En cada obra, mientras Cristo cargaba la cruz, era torturado por demonios sedientos de sangre y maldicientes con narices puntiagudas, cuernos y colas. Los judíos fueron hechos parecer que eran tan impíos así como Cristo era divino.
A lo largo de la Edad Media, los cristianos profesantes esparcieron mitos que ayudaron a intensificar el odio y el temor popular hacia el pueblo judío. Como resultado, se volvió común entre los grupos cristianos pensar de los judíos como agentes de Satanás. Uno de los mitos anti-judíos más populares que ganó amplia aceptación era la noción de que los judíos asesinaban a cristianos cada año cerca del tiempo de la Pascua con el fin de obtener la sangre necesaria para llevar a cabo ritos satánicos. Esto llegó a ser conocido como el cargo de asesinato ritual o “libelo de sangre”. Otro mito común que circuló durante estos años era que los judíos robaban las hostias usadas en la comunión y las apuñalaban con cuchillos, ¡matando así a Cristo de nuevo!
La Plaga Negra a mediados del Siglo XIV mató aproximadamente a un tercio de la población de Europa. En la época, no se sabía cómo se propagaba la enfermedad, pero las historias y rumores circulaban que los judíos habían envenenado los pozos. Aunque la acusación era infundada, muchos cristianos creyeron el mito. Una razón por la que era fácil creerlo fue debido a que los judíos no fueron impactados por la plaga tanto como lo fueron los gentiles. Pero esto fue debido a las leyes sanitarias de la Biblia que los judíos cuidadosamente seguían. Esta acusación condujo a severas consecuencias para los judíos. Más de sesenta comunidades judías fueron quemadas hasta los cimientos con todos sus ocupantes asesinados y, en algunos lugares, los judíos fueron torturados y quemados vivos en hogueras.
Fernando e Isabel, los "Reyes Católicos"
En 1478, el papa Sixto IV les otorgó a los monarcas de España, Fernando e Isabel, el derecho de establecer una inquisición especial en España para lidiar con los judíos bautizados que eran sospechosos de permanecer fieles al Judaísmo. Miles fueron quemados en la hoguera por orden de la Inquisición Española. En 1492, el rey Fernando decidió que todos los judíos españoles deberían ser expulsados de España. Se temía que los judíos eran un peligro para el Cristianismo. Aproximadamente 150,000 judíos fueron forzados a abandonar España.
El Impacto de la Reforma
Lamentablemente, la Reforma no produjo ningún cambio en las actitudes. De hecho, el odio hacia los judíos fue reforzado e intensificado por los escritos de Martín Lutero, el mismo hombre que puso en marcha la Reforma.
Inicialmente, Lutero se mostró comprensivo hacia los judíos porque creía que su rechazo del Evangelio era debido a su reconocimiento de la corrupción de la Iglesia Católica Romana.
Pero cuando continuaron rechazando el Evangelio, Lutero se volvió contra ellos con venganza. En 1543 escribió un panfleto titulado, “Sobre los judíos y sus mentiras”. El documento era una diatriba antisemita. En él, se refirió a los judíos como:
- “Un pueblo miserable y maldito”
- “Tontos estúpidos”
- “Miserables, ciegos e insensibles”
- “Ladrones y atracadores”
- “Las grandes alimañas de la humanidad”
- “Granujas perezosos”
- “Ciegos y venenosos”
Habiéndolos deshumanizado y demonizado, Lutero luego procedió a hacer algunas propuestas asombrosas para lidiar con ellos:
1. Sus sinagogas y escuelas debían ser quemadas.
2. Sus hogares debían ser destruidos.
3. Sus escritos talmúdicos debían ser confiscados.
4. A sus rabinos debía prohibírseles enseñar.
5. Su dinero debía serles quitado.
6. Debía ser obligados a labores forzadas.
Huelga decir que los nazis alegremente citaban a Lutero mientras subían al poder y ponían en marcha el Holocausto. En su libro, Mein Kampf, publicado en 1925, Adolfo Hitler se refirió a Martín Lutero como “un gran guerrero, un verdadero estadista y un gran reformador”. Tenga en cuenta que Hitler era un cristiano profeso.
En 1924, en una reunión cristiana en Berlín, Hitler habló ante miles y recibió una ovación de pie cuando hizo la siguiente proclamación: “Creo que hoy estoy actuando de acuerdo con la voluntad del Dios Todopoderoso mientras anuncio la obra más importante que los cristianos podrían emprender – y ésa es estar contra los judíos y deshacerse de ellos de una vez por todas”.
Hitler luego procedió a hablar acerca de la influencia de Lutero en su vida:
Martín Lutero ha sido el más grande ánimo de mi vida. Lutero fue un gran hombre. Él fue un gigante. Con un solo soplido anunció la llegada de un nuevo amanecer y de una nueva era. Él vio claramente que los judíos necesitan ser destruidos y apenas estamos empezando a ver que necesitamos llevar a cabo esta obra.
En los juicios de Nuremberg después de la II Guerra Mundial, Julius Streicher, se defendió diciendo, “Nunca he dicho algo que Martín Lutero no dijera”.
La terrible verdad que a los cristianos nos les gusta enfrentar, y de la cual muchos no son conscientes, es que el Holocausto fue el producto de 1,900 años de un virulento antisemitismo cristiano.
El Nuevo Antisemitismo
El horror del Holocausto tendió a enmudecer las formas más radicales de antisemitismo entre los líderes cristianos. Pero en realidad, el antisemitismo continúa hoy en día en una nueva forma sofisticada llamada antisionismo. Mientras que el antisemitismo procuró expulsar a los judíos de las tierras donde vivían, el antisionismo rechaza aceptar su derecho a vivir en su propia tierra.
Un buen ejemplo del nuevo antisemitismo puede encontrarse en un documento publicado por el Dr. James Kennedy, del Seminario Teológico Knox, en el 2002. Tomó la forma de una carta pública a los evangélicos en relación con la tierra de Israel. Desde entonces ha sido apoyada por cientos de teólogos y pastores, incluyendo a luminarias tales como R. C. Sproul.
El documento inicia denunciando a aquellos que enseñan que las promesas de la Biblia concernientes a la tierra de Israel están siendo cumplidas hoy “en una región especial o ‘Tierra Santa’, perpetuamente puesta aparte por Dios para un solo grupo étnico”. Luego procede a proclamar que las promesas hechas a Abraham “no aplican a ningún grupo étnico particular, sino a la Iglesia de Jesucristo, el verdadero Israel” (énfasis añadido).
El documento luego niega específicamente el reclamo de los judíos sobre cualquier tierra en el Medio Oriente: “El derecho de cualquier grupo religioso o étnico a un territorio en el Medio Oriente llamado la ‘Tierra Santa’ no puede ser apoyado por la Escritura”. Luego, increíblemente, el documento afirma que “las promesas de tierra específicas a Israel en el Antiguo Testamento fueron cumplidas bajo Josué”.
Para añadir sal a las heridas, el documento concluye con la siguiente observación:
“El actual Estado de Israel secular… no es una realización auténtica o profética del reino mesiánico de Jesucristo. Además, no debería anticiparse un día en el cual el reino de Cristo manifestará características judías, ya sea por su ubicación en ‘la tierra’, por su circunscripción o por sus instituciones o prácticas ceremoniales”.
Y ahí la tienen – una visión general de la triste y sórdida historia del antisemitismo cristiano que está arraigado en la Teología del Reemplazo y que continúa hasta este día bajo el disfraz del antisionismo.
La Actitud Judía
Espero que ahora entienda el porqué es tan difícil compartir el Evangelio con los judíos. Debido a que los judíos han sido perseguidos y asesinados a lo largo de la historia en el nombre de Jesús, el pueblo judío mira al Cristianismo como su enemigo mortal. Cualquier judío que se convierte al Cristianismo es considerado un traidor, ya que es visto como alguien que se ha unido al enemigo. Ésa es la razón por la que los judíos ortodoxos reaccionan tan enérgicamente cuando un hijo se convierte en un cristiano. Algunas veces declararán que el hijo ha muerto e incluso realizarán un servicio funeral.
Ésta es la razón por la que el Movimiento Mesiánico Judío de hoy es un gran milagro. Comenzando tan sólo en 1971, ha compartido exitosamente el Evangelio con más de un millón de judíos a nivel mundial y ha establecido más de 500 congregaciones mesiánicas.
La Respuesta de la Escritura
¿Qué tiene que decir la Palabra de Dios acerca de todo esto? Para iniciar, ella rechaza contundentemente el antisemitismo. Salmo 129:5-8 dice que “Todos los que aborrecen a Sión serán avergonzados”. Además declara que ningún creyente nunca debería bendecir a esta clase de personas.
Con respecto al alegato de que los judíos son los “asesinos de Cristo”, la Palabra claramente identifica quiénes mataron a Jesús y deja en claro que no fueron exclusivamente los judíos. En Hechos 4:27, se nos dice que Jesús fue asesinado por medio de una conspiración que involucró a “Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel”. En realidad, todos nosotros tenemos la sangre de Jesús en nuestras manos, porque todos hemos pecado (Romanos 3:23) y Jesús murió por todos los pecadores (1 Cor. 15:3).
Con respecto a la idea de que Dios ya ha cumplido las promesas de tierra a los judíos durante la época de Josué, es interesante observar que mucho tiempo después de Josué, David escribió en los salmos que la promesa de tierra es de naturaleza eterna y que aún debe ser cumplida (Salmo 105:8-11). El hecho del asunto es que los judíos nunca han ocupado toda la tierra que les fue prometida en el Pacto Abrahámico (Génesis 15:18-21).
En cuanto a la afirmación de que los judíos han sido rechazados por Dios, existen un par de principios bíblicos que necesitan ser tenidos en cuenta. En primer lugar, la Biblia afirma que los judíos fueron llamados el Pueblo Escogido de Dios para ser testigos de lo que significa tener una relación con Él (Is. 43:10-12). Y la Biblia deja en claro que este llamamiento es “irrevocable” (Ro. 11:29).
En segundo lugar, en contradicción directa con la Teología del Reemplazo, la Biblia enseña que los judíos nunca han sido rechazados por Dios por causa de su incredulidad. En Romanos 3 Pablo afirma sin rodeos que su rechazo de Jesús no ha anulado la fidelidad de Dios a las promesas que Él les ha hecho (Ro. 3:1-4). Pablo hace el punto de nuevo en Romanos 11:1, cuando pregunta, “Digo pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo?”. Él responde a su propia pregunta con una declaración enfática: “¡En ninguna manera!... No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció” (Romanos 11:2). Es cierto que el pueblo judío está actualmente bajo disciplina por causa de su rechazo a su Mesías. Una y otra vez en sus Escrituras, los profetas dijeron que ellos serían disciplinados si eran infieles, pero siempre se hizo la promesa de que serían preservados. Un ejemplo de este tipo de declaración profética puede hallarse en Jeremías 30:11:
Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.
Dios los ha preservado en Su gracia porque los ama. En Zacarías 2:8 Dios proclama que el pueblo judío es “la niña de Sus ojos”, y advierte contra cualquiera que intente hacerles daño.
Otra razón por la que han sido preservados es debido a que Dios está determinado a traer a un gran remanente de ellos a la salvación (Is. 10:20-22). Esta promesa es hecha repetidamente en las Escrituras Hebreas y es confirmada por Pablo en el Nuevo Testamento en Romanos capítulos 9-11. La salvación de este remanente está descrita en detalles en Zacarías 12:10, donde dice que al final de la Tribulación los judíos restantes llegarán al final de sí mismos y volverán sus corazones a Dios en arrepentimiento y aceptarán a Yeshúa como su Mesías.
Ese remanente creyente entrará al Milenio en la carne y constituirá la nación de Israel a la cual Dios cumplirá todas las promesas que ha hecho a los judíos (Isaías 60-62). Durante el Milenio, la nación de Israel será la nación más importante en el mundo por medio de la cual Dios bendecirá a todas las otras naciones (Zacarías 8:22-23).
En resumen, la Palabra de Dios deja en claro que Israel definitivamente tiene un papel y un futuro en los tiempos del fin.
Preguntas Cruciales
La primera pregunta que la mayoría de la gente pregunta en respuesta a estos puntos bíblicos acerca de Israel en los tiempos del fin es: “¿Por qué continuaría Dios persiguiendo a un pueblo tan obstinado y rebelde?”.
La respuesta es que ellos son testigos de Dios y por medio de ellos Dios está demostrando Su insondable gracia. (¡Sólo un Dios de gracia los toleraría!). Pero eso también es cierto de usted y de mí. Dios no está haciendo una cosa por el pueblo judío que no estuviera dispuesto a hacer por todos nosotros. Él nos persigue en amor a pesar de nuestra pecaminosidad y sin importar cuán obstinados podamos ser, Él nunca se lava Sus manos de nosotros.
Esto nos lleva a una segunda pregunta: ¿Cuál es el plan de Dios para los judíos en los tiempos del fin? ¿Cómo llevará a cabo la salvación de un gran remanente?
Permítame detallar brevemente la respuesta para usted:
1. El pueblo judío será reunido en incredulidad desde los cuatro ángulos de la tierra (Isaías 11:11-12). Ésta es la profecía más prolífica en el Antiguo Testamento. Por cierto, si Dios ya no tiene ningún propósito para ellos, ¿por qué se tomaría la molestia de reunirlos?
2. Su Estado será re-establecido (Isaías 66:7-8).
3. Ellos ocuparán una vez más la ciudad de Jerusalén (Zacarías 8:7-8).
4. Todas las naciones del mundo vendrán contra ellos por el asunto del control de Jerusalén (Zacarías 12:2-3).
5. El Anticristo vendrá a su rescate al garantizarles la paz y permitirles reconstruir su templo (Daniel 9:27).
6. Pero al final de tres años y medio, el Anticristo declarará ser Dios y los judíos lo rechazarán (2 Tes. 2:3-4).
7. El Anticristo intentará entonces aniquilar a los judíos y logrará matar a dos tercios de ellos (Ap. 12:13-17 y Zacarías 13:8-9).
8. Al final de la Tribulación, cuando los judíos hayan llegado al final de sí mismos, se volverán a Dios y recibirán a Jesús como su Mesías (Zacarías 12:10).
9. Jesús regresará en este punto en el tiempo y Él reunirá a todos los judíos creyentes en Israel donde Él los establecerá como la nación más importante en el mundo (Deuteronomio 30:1-9).
10. Las bendiciones de Dios fluirán a las naciones por medio de los judíos durante el Milenio (Zacarías 8:22-23).
Como puede ver, el pueblo judío tiene un papel muy central en la profecía bíblica de los tiempos del fin.
La Perseverancia del Antisemitismo
Una perversión del Cristianismo ha sido la fuente de la mayor parte del antisemitismo en el mundo occidental. A lo largo del norte de África, el Medio Oriente y partes de Asia, el antisemitismo ha sido promovido por el Islam. El Corán llama a los judíos “los hijos de monos y cerdos”.
Pero hay antisemitas en este mundo que no son ni cristianos ni musulmanes y que nunca han conocido a un judío. Por ejemplo, hace muchos años cinco de los diez libros más vendidos en Japón eran virulentamente antisemitas, culpando de todos los problemas de Japón a una “conspiración internacional judía”.
¿Por qué el antisemitismo está tan extendido, por qué es tan persistente, tan virulento y tan irracional? Es porque es fundamentalmente un fenómeno sobrenatural.
Satanás odia a los judíos con pasión. Los odia porque Dios proveyó la Biblia y el Mesías por medio de ellos. Los odia porque Dios los llamó a ser Su Pueblo Escogido. Los odia porque Dios ha prometido salvar a un gran remanente de ellos. Los odia porque Dios los ama.
El resultado es que él trabaja tiempo extra para plantar semillas de odio hacia los judíos en los corazones de las personas. Él está determinado a destruir a todos los judíos sobre el planeta tierra para que Dios no pueda cumplir Su promesa de salvar a un gran remanente. Trató de aniquilarlos en el Holocausto. Fracasó. Tratará de destruirlos una vez más durante la última mitad de la Tribulación. Fracasará otra vez.
Conclusión
Dios está en control, no Satanás. Dios tiene toda la sabiduría y el poder para orquestar todo el mal de Satanás y de la Humanidad para el triunfo de Su perfecta voluntad en la historia.
Los judíos serán preservados. Un gran remanente será salvo. Todas las promesas a los judíos serán cumplidas.
¿Y cuándo ocurrirá esto? Al final de la Tribulación, cuando Jesús regrese para triunfar sobre Satanás. Ese día glorioso, el remanente judío clamará “¡Baruch Haba Bashem Adonai!”, lo que significa, “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mt. 23:39).
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article:
Antisemitism, Its Roots and Perseverance
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1 comentario:
Eterna vida a Israel y a la civilización Judeocristiana.
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