Capítulo 1 del libro: ¿Qué Amor es Éste?
Por Dave Hunt
“¿Puede responder algunas preguntas acerca del Calvinismo?”. La pregunta la hizo un joven que estaba sentado conmigo y otros más en un restaurante en una ciudad donde yo estaba exponiendo en una conferencia.
“¿Por qué me preguntas a mí?”
“Escuchamos que está escribiendo un libro acerca del Calvinismo”
“Así es, lo estoy haciendo – un libro, de hecho, que no quería escribir. Hay buenos cristianos en ambos lados. La última cosa que quiero hacer es crear más controversia – pero es un tópico que debe ser enfrentado y abordado a fondo”. Mirando alrededor de la mesa, quedé sorprendido con el repentino interés reflejado en cada rostro. Todos estaban escuchando atentamente.
“Apenas había pensado en el Calvinismo durante años. Luego, de repente – o así me pareció a mí – en los últimos años el Calvinismo había emergido como un problema por todas partes. Quizás estoy empezando a darme cuenta, pero me parece que esta doctrina en particular está siendo promovida mucho más amplia y agresivamente ahora de lo que alguna vez fui consciente en el pasado”:
“Nuestra iglesia recientemente añadió al personal a un nuevo pastor asociado – un graduado del Master’s College and Seminary en el Sur de California”, explicó el joven. “El introduce el Calvinismo en casi toda sesión de su clase bíblica”.
“Permíteme sugerir cómo podría hacerlo”, respondí. “Le pregunta a la clase lo que ellos piensan que es primero, la fe o la regeneración. Todos dicen, ‘La fe, por supuesto – cree en el Señor Jesucristo y serás salvo’. Luego los desafía, ‘Pero la humanidad está muerta en delitos y pecados. ¿Cómo puede un muerto creer?’”.
Tenía toda la atención del joven. “¡Así es exactamente! ¿Cómo lo sabía?”
“Luego él explica”, continué, “que Dios tiene que soberanamente dar vida a aquellos que están espiritualmente muertos antes de que puedan creer o incluso entender el Evangelio – que la regeneración debe anteceder a la fe”.
“¡Tiene razón! Pero esto parece muy extraño… ¡cómo tener que ser salvo antes de que pueda ser salvo!”
“El calvinista no lo diría con esas mismas palabras”, respondí, “pero aun es un poco más extraño que eso. Sin comprender o creer algo acerca de Dios, Cristo o la Biblia – debido a que los ‘totalmente depravados’ supuestamente no pueden hasta que sean regenerados – los ‘elegidos’ son espiritualmente vivificados por un acto soberano de Dios sin ningún deseo o cooperación de su parte, y sin siquiera saber lo que les está pasando en ese momento”.
“Eso es exactamente lo que él ha estado enseñando”, añadió otro miembro de la misma iglesia. “No tiene sentido. Nunca leí algo como eso en la Biblia”.
“¿Son ustedes los únicos que han expresado alguna preocupación?”, pregunté. “¿Aquellos que pensaban que la fe es primero aceptaron este nuevo concepto inmediatamente?”
“La mayoría lo hacen. Pero ha causado algo de confusión. Y unas cuantas personas han abandonado la iglesia”.
“¿Nadie lo desafía”, pregunté, “con el hecho obvio de que la muerte espiritual no puede compararse con la muerte física? ¿Que la gente físicamente muerta no sólo no puede creer sino que tampoco puede pecar ni hacer nada más?”.
“Creo que ninguno de nosotros había pensado en eso”.
“¿Qué dice el pastor principal?”
“Parece no saber cómo manejar la confusión. Nunca antes escuchamos algo como esto desde el púlpito, pero ahora insinuaciones del Calvinismo incluso están encontrando su camino dentro sus sermones”.
La conversación siguió de esta forma durante un tiempo. Todo nuevo aspecto del Calvinismo que yo explicaba era recibido con exclamaciones adicionales de “¡Sí! Eso es exactamente lo que estamos escuchando”.
Otros, de áreas completamente diferentes del país, comenzaron a relatar sus experiencias. Un hombre recientemente había abandonado una iglesia que se había dividido por causa del Calvinismo. El consejo de diáconos había votado que todo miembro debía firmar una declaración de fe calvinista. Alguien más provenía de una iglesia cuyo pastor y ancianos habían tomado una línea dura contra lo que consideraron un asunto divisivo y habían expulsado a un maestro de escuela dominical por influenciar a su clase de adolescentes con el Calvinismo, a pesar de varias advertencias.
Otra pareja había visitado una iglesia muy recomendada en una gran ciudad cerca de su hogar, la cual era pastoreada por un autor calvinista muy conocido.
“Realmente no sabemos mucho acerca del Calvinismo”, confesaron mis acompañantes a cenar. “Pero fue una experiencia extraña. Por una parte, tuvimos la impresión de que estas personas se sentían seguras de que eran los elegidos. Sin embargo, también parecía haber cierta inseguridad, como si el desempeño fuera una evidencia importante de la salvación de alguien”.
Mientras nos levantábamos para irnos, una joven que había estado sentada durante toda la conversación en silencio me preguntó si podía tener un momento privado de mi tiempo. Nos sentamos de nuevo y comenzó a contar una historia de dolor. Ella era la esposa de un pastor. Sus vidas y ministerio habían sido felices y fructíferas hasta que su esposo y dos amigos cercanos, también pastores, se interesaron en una nueva “verdad”. Ellos tres eran muy intelectuales. Como resultado de leer autores calvinistas modernos habían sido atraídos hacia los escritos de Juan Calvino, Jonathan Edwards, John Knox y otros.
Su estudio, que los llevó de regreso hasta Agustín, eventualmente se volvió casi una obsesión. Luego cada uno de ellos comenzó a predicar su nueva “luz” desde sus púlpitos. Después de ser advertidos muchas veces para que desistieran, fueron removidos de sus pastorados. Eventualmente, su esposo comenzó a preocuparse si realmente era uno de los elegidos. Las persistentes preguntas se convirtieron en dudas descomunales acerca de su salvación. El Calvinismo que alguna vez había parecido tan satisfactorio comenzó a atormentarlo con incertidumbre. ¿Era él uno de los elegidos?
“¿Tú nunca te sentiste atraída hacia el Calvinismo?”, le pregunté.
Ella sacudió la cabeza. “No soy una intelectual – lo cual podría ser el porqué nunca me atrajo. ¿Pero no se supone que Dios sea un Dios de amor? En mi mente sencilla no tenía ningún sentido que el Dios de la Biblia no amara lo suficiente a todos como para no quererlos a todos ellos en el Cielo, que Cristo no había muerto por todos aunque la Biblia parecía decir que sí lo había hecho”.
Las lágrimas vinieron a sus ojos. Al menos, continuó ella, “sigo intentando decirle a mi esposo que el Dios en el que él ahora estaba creyendo – un Dios que predestinaba a las personas antes de que incluso nacieran a pasar la eternidad en el Lago de Fuego – no era el Dios que yo conocía y amaba”.
Encuentros preocupantes como éstos se volvieron más frecuentes y pronto exigieron una investigación más profunda de mi parte de un sistema que obviamente era abrazado por una porción más grande de la Iglesia de la que yo me había dado cuenta. Parecía tan extraño a todo lo que yo había creído acerca de un Dios cuya soberanía no disminuye Su misericordia y amor. Por mi propia tranquilidad, me vi obligado a dedicarme a la extensa investigación que dio como resultado este libro.
Un asunto de gran importancia
El Calvinismo nunca me ha parecido bíblico por un número de razones que mencionaremos en su debido orden. A lo largo de los años, mis considerables objeciones han sido discutidas en privado, de forma detallada, con varios amigos que son acérrimos calvinistas. Por fortuna, a pesar de nuestras serias diferencias y de nuestra incapacidad para resolverlas, nunca hubo pérdida de buena voluntad. Seguimos siendo amigos hasta este día y simplemente evitamos este tema.
Es cierto que “a lo largo de la historia muchos de los grandes evangelistas, misioneros y teólogos incondicionales sostenían…las doctrinas de la gracia conocidas como Calvinismo”. R.C. Sproul declara que “los titanes de la erudición cristiana clásica” son calvinistas. A menudo se hace la afirmación adicional que, aunque muchos no lo han hecho saber públicamente, la gran mayoría de los líderes evangélicos de hoy en Estados Unidos sostienen alguna forma de esta doctrina. Pronto descubrí que habían muchos más libros impresos promoviendo el Calvinismo de lo que alguna vez yo había imaginado. Su número e influencia están creciendo rápidamente.
Al igual que la Biblia de Estudio de John MacArthur, la Nueva Biblia de Estudio de Ginebra promueve agresivamente el Calvinismo en sus explicaciones marginales de pasajes claves. Ella afirma presentar la “verdad de la Reforma”. Esa osada frase equipara a la Reforma con el Calvinismo – una proposición aceptada casi universalmente hoy en día entre los evangélicos. La pregunta de si esto es cierto, con la que trataremos en las siguientes páginas, es ciertamente una de gran importancia.
La importancia de nuestra preocupación recibe mayor peso por el hecho de que sus proponentes aun afirman que “el Calvinismo es el puro Cristianismo bíblico en su expresión más clara y pura”. D. James Kennedy ha dicho, “Soy un presbiteriano porque creo que el Presbiterianismo es la forma más pura de Calvinismo”. John Piper escribe, “Las doctrinas de la gracia (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada, Gracia Irresistible, Perseverancia de los Santos) son la urdimbre y la trama del evangelio bíblico apreciado por tantos santos durante los siglos”.
¿No significaría esto, entonces, que aquellos que no predican el Calvinismo no predican el Evangelio? ¿Y cómo podrían los evangélicos probablemente ser salvos si rechazan los cinco puntos del Calvinismo que Piper afirma que son “la urdimbre y la trama del evangelio bíblico”? C.H. Spurgeon, quien a veces contradecía el Calvinismo, declaró:
“…esas grandes verdades, las cuales son llamadas Calvinismo…son, creo yo, las doctrinas esenciales del Evangelio que es en Jesucristo. Ahora no pregunto si usted cree en todo esto [Calvinismo]. Es posible que no lo haga. Pero creo que lo hará antes de que entre al cielo. Estoy convencido de que así como Dios haya podido lavar sus corazones, Él lavará sus cerebros antes de que entren al cielo”.
Esa declaración tan fuerte es impresionante, viniendo de Charles Haddon Spurgeon. John H. Gerstner escribe, “Creemos junto al gran predicador bautista, Charles Haddon Spurgeon, que el Calvinismo es sólo otro nombre para el Cristianismo”. De nuevo, si el Calvinismo es el verdadero Cristianismo, ¿significa eso que los no calvinistas no son cristianos? Sin duda, la mayoría de los calvinistas no dirían eso, ¿pero no es ésa la implicación aquí?
Por supuesto, hubo muchos líderes cristianos de igual estatura en la historia de la Iglesia, tales como D.L. Moody, que tenían una opinión contraria. Norman F. Douty enumera a más de setenta líderes cristianos que, en todo o en parte, se opusieron al Calvinismo (especialmente a su doctrina de la Expiación Limitada) – entre ellos hombres como Richard Baxter, John Newton, John y Charles Wesley, John Bunyan, H.C.G. Moule y otros. Un estudio de la historia de la Iglesia primitiva revela que las doctrinas calvinistas fueron desconocidas durante los tres primeros siglos de la Iglesia. De su conocimiento de la historia eclesiástica, el Obispo Davenant, presente en Dort, declara:
“Podemos afirmar con certeza que antes de la disputa entre Agustín y Pelagio, no había cuestionamiento con respecto a la muerte de Cristo, si acaso debía extenderse a toda la humanidad o restringirse sólo a los elegidos. Porque los Padres…ni una palabra (que yo sepa) se dijo por ellos de que, por decreto de Dios, alguien quedara excluido. Ellos están de acuerdo en que solamente beneficia a los que creen, sin embargo confiesan en todo lugar que Cristo murió a favor de toda la humanidad…
Agustín murió en el año 429 D.C. y hasta ese tiempo, al menos, no hay la más mínima evidencia que algún cristiano siquiera soñara de una propiciación sólo para los elegidos. Incluso después de él, la doctrina de una propiciación limitada fue difundida lentamente y por mucho tiempo no fue recibida sino parcialmente".
Hoy hay una creciente división acerca de este asunto, la mayoría de los calvinistas insistiendo que Cristo murió sólo por los elegidos. Por otra parte, IFCA International, un grupo de cerca de 700 iglesias evangélicas independientes y 1,200 pastores (algunos de ellos calvinistas) afirma en su declaración doctrinal, “Creemos que el Señor Jesucristo murió en la cruz por toda la humanidad…para lograr la redención de todos los que confían en él…”.
El mismo Spurgeon, citado tan a menudo por los calvinistas para apoyar su punto de vista, estaba dividido entre su corazón de evangelista que deseaba la salvación de todos y sus creencias calvinistas. A veces parecía rechazar la Expiación Limitada, aunque a menudo la predicaba con firmeza. Algunas veces parecía contradecir a sí mismo casi al mismo tiempo:
"Yo sé que hay algunas personas que consideran necesario para su sistema de teología limitar el mérito de la sangre de Jesús. Si mi sistema de teología necesitara de tal limitación, lo arrojaría a los vientos. No podría ni me atrevería a permitir que ese pensamiento se alojara en mi mente, pues pareciera ser estrechamente semejante a la blasfemia.
Yo veo un océano de mérito en la obra acabada de Cristo; mi plomada no encuentra fondo, y mis ojos no descubren una orilla. Habría suficiente eficacia en la sangre de Cristo, si Dios así lo hubiera querido, para salvar no únicamente a este mundo entero, sino a diez mil mundos…Teniendo a una Persona divina como una ofrenda, no sería consistente concebir un valor limitado. Confín y medida son términos inaplicables al sacrificio divino. La intención del propósito divino fija la aplicación de la ofrenda infinita, pero no la convierte en una obra finita".
Mérito y valor deben aplicar al efecto de la Cruz. Si la Cruz está destinada para un número limitado (los elegidos), su mérito y su valor son necesariamente limitados. “Si Dios así lo hubiera querido” es la cláusula clave – la que Spurgeon claramente negó a veces. Por otra parte, que Spurgeon creía que la salvación estaba disponible para toda la humanidad es evidente a partir de muchos de sus sermones. La contradicción es clara – un hecho que los calvinistas están renuentes a admitir. De esta forma, he sido acusado de tergiversar, e incluso de citar de forma errada, a C.H. Spurgeon. Suficientes declaraciones adicionales de Spurgeon serán presentadas aquí para permitirles a los lectores que lleguen a sus propias conclusiones.
Una Promoción Agresiva
Los calvinistas están insistiendo cada vez más que sus dogmas peculiares representan la fe de “los reformadores que dirigieron la Reforma” y deberían ser aceptados por todos los cristianos evangélicos como el verdadero Cristianismo y como la expresión bíblica del Evangelio. Con respecto a eso…
>> Hay muchas cosas que ellos representan con las cuales todos los cristianos estarían de acuerdo.
>> Hay muchas cosas que ellos representan con las cuales muchos evangélicos piensan estar de acuerdo debido a malos entendidos, pero que en realidad no lo están, lo cual será aclarado en las páginas siguientes.
>> Hay muchas cosas que ellos representan con respecto a la Iglesia, Israel y el regreso de Cristo a las cuales aquellos que creen en el rapto inminente de la iglesia objetarían con firmeza. Estos últimos puntos de vista no tienen nada qué ver con el Evangelio y por tanto no serán abordados aquí.
En el año 2000, la Alianza de Cristianos de la Reforma se reunió en Londres en oposición a la influencia de la Bendición de Toronto en Inglaterra y envió este mensaje a los evangélicos a nivel mundial: “Llamamos por lo tanto a aquellos que portan la etiqueta “evangélico” a afirmar su fe una vez más de acuerdo con el testimonio de la Escritura y en continuidad con el testimonio histórico de la Iglesia". Con “testimonio histórico de la Iglesia”, quieren decir las doctrinas peculiares que provienen de Agustín, interpretadas y expandidas por Juan Calvino y que en una época fueron forzadas por una Iglesia estatal sobre todos en Inglaterra y Escocia y en aquellas partes de Europa donde los calvinistas tenían el control. La documentación histórica se proporciona en los capítulos 5 y 6.
Los calvinistas de hoy en día hablan aún más ardiente y audazmente acerca de la necesidad de una “nueva Reforma”, por la cual muy claramente se refieren a un avivamiento del Calvinismo como el punto de vista dominante en la cristiandad. Considere algunas de las resoluciones que conforman “La Declaración de Londres 2000: Alianza de Cristianos de la Reforma – Una visión para la unidad bíblica en la iglesia moderna, ‘El Problema Evangélico’”:
Bajo “La Cuestión de la Verdad”
Llamamos por lo tanto a los evangélicos a regresar al una vez sostenido enfoque bíblico…que reivindicar una doctrina en particular [Calvinismo] como verdadera no es arrogancia espiritual sino un deber bíblico.
Bajo “Una Visión para la Reforma”
Llamamos por lo tanto a los evangélicos a afirmar una visión para la Reforma la cual está de acuerdo con el testimonio de la Escritura y en continuidad con el testimonio histórico de la iglesia [calvinista]. Tal visión es de una iglesia que es tanto Católica como Reformada. Por Católica no queremos decir “Católica Romana”… [Vea el capítulo 4, “La Sorpresiva Conexión Católica del Calvinismo”] Por Reformada, queremos decir que confesamos aquellas doctrinas acerca de la autoridad de la Escritura y la salvación sólo por gracia las cuales nuestros antepasados [calvinistas] reafirmaron al momento de la Reforma [su énfasis].
Bajo “Cuatro Afirmaciones”
Bajo 1: De igual manera afirmamos que somos agustinianos en nuestra doctrina del hombre y en nuestra doctrina de la salvación. Esto es debido a que creemos que Agustín y sus sucesores, incluyendo a los reformadores [calvinistas], reflejan fielmente la enseñanza de la Biblia en relación con la incapacidad espiritual total del hombre caído para responder a Dios, la clemente elección incondicional de Dios el Padre de un pueblo para ser salvo, el designio de la obra expiatoria del Hijo encarnado destinada segura y ciertamente para asegurar la salvación de ese pueblo [sólo los elegidos], la gracia monergística del Espíritu Santo en la regeneración [sin comprensión o fe por parte del hombre] y la perseverancia de los elegidos. Por consiguiente, también rechazamos todas las formas de sinergismo o Semi-Pelagianismo en las que al hombre le es otorgado un papel cooperativo en su regeneración [aun creer], es decir, Arminianismo. Igualmente rechazamos cualquier debilitamiento de la soteriología agustiniana, es decir, Amiraldianismo (Calvinismo de ‘cuatro puntos’) y cualquier endurecimiento de ella, es decir, Hiper-Calvinismo…La noción de una Iglesia Católica y Reformada [calvinista] – un torrente principal y majestuoso de la ortodoxia cristiana histórica [Agustinianismo/Calvinismo] – es de esta forma integral para nuestro entendimiento. Afirmamos esta noción como verdadera y fundacional para cualquier panorama evangélico digno del nombre.
Bajo 2: Los católicos reformados afirman la importancia de la iglesia y su historia en cualquier visión auténtica de la obra redentora de Dios en el tiempo y el espacio. El Evangelicalismo de hoy está infectado con una amnesia mortal con respecto a la iglesia [calvinista] histórica…Rechazamos específicamente el subjetivo y a menudo espectáculo desordenado de la adoración al estilo carismático, con sus prácticas acompañantes, tales como supuestas hablar en lenguas, profecías, “muertes en el Espíritu”, etc.
Bajo 4: Lamentamos la influencia entre los evangélicos de un dispensacionalismo pietista en el cual el mundo es considerado irremediablemente perverso (y así sin valer la pena el esfuerzo de influenciarlo) y en el cual la única esperanza se supone que sea el rapto inminente de los santos.
Un Desafío a Permanecer Callado
Con el reciente aumento del Calvinismo, cierto número de líderes calvinistas han comenzado a tomar una postura mucho más agresiva en su promoción pública. Ambos lados, de hecho, están cada vez más haciendo este tema un asunto de compañerismo en el Señor, resultando en división en un número de iglesias por lo demás sanas.
En algunas iglesias, a los miembros se les prohíbe promover el Calvinismo incluso en privado. En otras, sólo calvinistas son aceptados como miembros. Por supuesto, lo último ha sido cierto de pastores y candidatos a las misiones durante siglos en casi todas las iglesias presbiterianas y aun en algunas iglesias bautistas – pero ahora esa posición parece estar creciendo.
Casi a diario descubro que este tema estaba exigiendo un interés más amplio y una mayor importancia de la que yo había imaginado. Parecía obvio que existía la necesidad de más investigación y escritura para lidiar con este importante asunto.
Cuando se hizo conocido que pretendía escribir un libro así, cierto número de pastores me advirtieron que me abstuviera de expresarme públicamente acerca de este tema. Algunos afirmaron que, debido a mi ignorancia de sus verdaderas enseñanzas, yo ya había tergiversado la “Doctrina Reformada”. Una respuesta típica de los amigos calvinistas a quienes les envié un manuscrito inicial para que lo comentaran era algo así: “Las caricaturas que presentas y los hombres de paja que construyes me demuestran que no tienes ninguna comprensión en absoluto de la posición reformada, y hasta que la tengas, te aconsejo que te abstengas de imprimir algo”.
Las cartas comenzaron a inundar nuestro ministerio, The Berean Call, desde todas partes del mundo, muchas escritas por pastores insistiendo que yo no estaba calificado para abordar el Calvinismo e instándome a sellar mis labios y a soltar mi pluma con respecto a este tópico. Se sugirió que perdería muchos amigos y que me alienaría a mí mismo de líderes evangélicos, de los cuales se dijo que la mayoría eran calvinistas convencidos. Además, ¿quién publicaría un libro así, dado que las editoriales más importantes habían producido muchos libros que apoyaban al otro lado?
Lo que más me conmovió fue la preocupación expresada seriamente por amigos cercanos de que un libro escrito por mí acerca de este asunto podría causar división – la última cosa que yo quería. “Ya lo podemos escuchar", me dijeron varios amigos: “¡Aquí viene Dave Hunt de nuevo; esta vez está atacando a los calvinistas!” Esa preocupación pesaba muy fuerte sobre mí.
Uno debe estar dispuesto a aceptar un consejo sabio. Pero el consejo de permanecer callado, aunque dado por muchos debido a una preocupación genuina, pareció, después de mucha oración y un examen de conciencia de mi parte, ser desatinado. Spurgeon llamó al debate acerca de la soberanía de Dios y el libre albedrío del hombre “una controversia que… creo que ha sido en realidad saludable y que nos ha hecho a todos nosotros una vasta cantidad de bien…”. El deseo de mi corazón es que este libro será sólo para la gloria de Dios y para bendecir a Su pueblo.
Artículos relacionados:
¿Qué Amor es Éste? – Prefacio
¿Qué Amor es Éste? – Capítulo 2
Una Poderosa Refutación del Calvinismo por Dave Hunt
El Debate acerca del Calvinismo
El Calvinismo: Un Dios, un Jesús y un Evangelio diferentes
Siguiendo a los Líderes
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
You can get Dave Hunt’s book, “What Love is This?”, here:
No hay comentarios:
Publicar un comentario