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sábado, 30 de octubre de 2010

El Purgatorio: ¿Fuego Purificador o Fábula Mortal?


Los católicos que creen que un fuego purificador purgará sus pecados son víctimas engañadas de una mentira mortal. La invención de un lugar para la purificación de los pecados llamado el Purgatorio es una de las atracciones más seductoras de la religión católica romana. El Pastor John MacArthur, de Grace Community Church, describió de forma brillante este fraude engañoso. Él dijo:

“El Purgatorio es lo que hace que todo el sistema funcione. Quite el Purgatorio y sería difícil ser un católico. El Purgatorio es la red de seguridad, de que cuando muera, no irá al infierno. Usted va (al Purgatorio) y arregla las cosas y finalmente llega al Cielo si ha sido un buen católico. En el sistema católico nunca sabes si vas a ir al Cielo. Sólo sigues intentando e intentando… en un largo viaje hacia la perfección. Bien, es muy desalentador. Las personas en ese sistema están llenos de culpa, llenos de temor y no tienen conocimiento acerca de si entrarán o no al Reino. Si no hay ningún Purgatorio, no hay ninguna red de seguridad que me agarre y que me dé alguna oportunidad para llegar al Cielo. Es una segunda oportunidad, es otra oportunidad después de la muerte” (De “El Papa y el Papado” – enlace en inglés).

El Origen del Purgatorio

No hubo ninguna mención del Purgatorio durante los dos primeros siglos de la Iglesia. Sin embargo, cuando el Emperador romano Teodosio (379-395) decretó que el Cristianismo sería la religión oficial del imperio, miles de paganos inundaron la Iglesia y trajeron con ellos sus creencias y tradiciones paganas. Una de esas creencias paganas era un lugar de purificación adonde las almas iban para hacer satisfacción por sus pecados.

El concepto se extendió mucho más cerca del 600 A.D., debido al fanatismo del Papa Gregorio el Grande. Él desarrolló la doctrina a través de visiones y revelaciones de un fuego Purgatorio. Según la Enciclopedia Católica (EC), el Papa Gregorio dijo que los católicos “expiarán sus culpas por llamas purgatorias”, y “el dolor (es) más intolerable que lo que cualquiera pueda sufrir en esta vida”. Siglos después, en el Concilio de Florencia (1431), fue declarado un dogma infalible. Luego fue reafirmado por el Concilio de Trento (1564). El dogma se basa en gran parte en la tradición católica de escritos extra-bíblicos e historia oral.

“Tan profundo estaba arraigada esta creencia en nuestra común humanidad que fue aceptada por los judíos y, al menos en una forma oscura, por los paganos, mucho antes de la aparición del Cristianismo” (EC).

Parece incomprensible que Roma admita usar una tradición pagana para la defensa de una sus más estimadas doctrinas “cristianas”.

El Engaño del Purgatorio

El Purgatorio proviene de una palabra en latín “purgare”, que significa limpiar o purificar. La Enciclopedia Católica define el Purgatorio como “un lugar o condición de castigo temporal para los que, muriendo en la gracia de Dios, no están completamente libres de fallas veniales, o no han pagado completamente la satisfacción debido a sus transgresiones”. Ellos deben ser purificados de estos pecados “veniales” antes de que se les permita entrar al Cielo. Aquí observamos al catolicismo perpetuando la mentira seductora de Satanás al declarar “ciertamente no morirás” cuando cometas pecados veniales (Gn. 3:4).

El Concilio de Trento se atreve a declarar que “Dios no siempre remite el castigo completo debido al pecado junto con la culpa. Dios requiere satisfacción y castigará el pecado… El pecador, fallando en hacer penitencia en esta vida, puede ser castigado en otro mundo, y así no ser alejado eternamente de Dios” (Sesión 15, Can. Xi).

Esos obispos católicos tuvieron la audacia de declarar que el sacrificio y la muerte del hombre perfecto de Dios y el perfecto substituto del hombre no fueron suficientes para satisfacer la justicia divina por el pecado.

La Motivación del Purgatorio

Durante el curso de los siglos, se han pagado billones de dólares a los sacerdotes católicos romanos para obtener alivio de sufrimientos imaginarios en el fuego del Purgatorio. El clero católico ha enseñado siempre que el periodo de sufrimiento en el Purgatorio puede ser acortado comprando indulgencias y novenas, comprando tarjetas de misas y proveyendo ofrendas de dinero. Cuando un católico muere, se extrae dinero a los seres amados dolientes para acortar el castigo del fallecido en el Purgatorio.

Cuando mi querido anciano padre falleció como un devoto católico de 79 años, estaba sorprendido por los cientos de tarjetas de misas compradas para él por amigos bienintencionados. Hemos oído de otros católicos que han dejado en herencia sus propiedades enteras a su religión para que misas perpetuas puedan ser ofrecidas por ellos después de que mueran. No es de extrañar que la religión católica se haya convertido en la institución más rica del mundo. La compra y venta de la gracia de Dios ha sido un negocio muy lucrativo para el Vaticano.

Otro motivo de Roma para fabricar la doctrina herética del Purgatorio es su poderoso efecto para controlar a las personas. En última instancia, la esclavitud y la subyugación de las personas es la meta de toda religión falsa, y el Purgatorio hace exactamente eso. El concepto de una prisión aterradora con un fuego purgador, gobernado por líderes religiosos, es un invento muy brillante. Mantiene a la gente cautiva, no sólo en esta vida sino también en la próxima vida. El clero católico no dirá cuántos años tienen que sufrir las personas por sus pecados o cuántas misas deben ser compradas antes de que puedan ser liberados de las llamas. ¡Este temor y esta inseguridad espantosos es la forma más despiadada de esclavitud religiosa y engaño!

El Apoyo Bíblico para el Purgatorio

¡No existe absolutamente ninguno! De hecho, ni la palabra ni el concepto de un fuego purificador del pecado se encuentran en la Escritura. El Vaticano fue confrontado con esto en el siglo XVI cuando los Reformadores protestaron su práctica de comprar y vender la gracia de Dios a través de las indulgencias. Acorralado en una esquina, el Concilio de Trento añadió los libros apócrifos a su canon de la Escritura. Roma declara ahora que existe apoyo escritural para el Purgatorio en el libro apócrifo de 2 Macabeos. El Concilio ignoró el hecho de que los escribas judíos nunca reconocieron a los libros apócrifos como inspirados o como parte de las escrituras hebreas. Nunca fueron incluidos debido a sus muchos errores históricos, teológicos y geográficos. Dado que Dios no es el autor del error, Él obviamente no inspiró a los escritores de la Apócrifa. Éste es el porqué la Apócrifa nunca fue incluida en el canon original de 66 libros.

Los versos apócrifos que Roma usa para defender su doctrina del Purgatorio se refieren a los soldados judíos que murieron usando amuletos paganos alrededor de sus cuellos. Judas Macabeo,
“Efectuó entre sus soldados una colecta y entonces envió hasta dos mil monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado. Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos. Pero creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. Esta fue la razón por la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos; para que fueran perdonados de su pecado” (2 Macabeos 12:43-46).

Roma argumenta que dado que Judas Macabeo oró por los muertos, debe haber esperanza por aquellos que mueren en pecado. Esto, por supuesto, va en contra de lo que la Palabra de Dios declara,

“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27).

El intento de Roma de dar crédito al Purgatorio al usar esta práctica impía de los judíos, que tuvieron una historia de desobediencia a Dios, es patético.

En otro intento por encontrar apoyo para el Purgatorio, muchos católicos apuntan a este versículo:

“Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Cor. 3:15).

Claramente, el contexto de este versículo es la prueba de las obras de un hombre por el fuego. Las obras que sobreviven son las obras hechas para la gloria de Cristo y son llamadas oro, plata y piedras preciosas (Ef. 2:10). Todas las otras obras superfluas son quemadas en el fuego y son llamadas madera, heno y hojarasca. No son los pecados del hombre que están siendo purgados, son las obras espurias del hombre las que están siendo quemadas y destruidas.

La Reprensión Bíblica del Purgatorio

La Palabra de Dios no deja absolutamente ninguna posibilidad para que el pecado sea purgado por algo más que la sangre de Jesucristo. El querido apóstol Juan escribió estas palabras con claridad irrefutable. Él escribió,

“La sangre de Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado” y “de toda maldad” (1 Jn. 1:7,9).

¡Juan no dijo “algunos” o la “mayoría” de pecados, sino que todos! Esto reprende rotundamente la necesidad de un fuego purgador de pecados. La Palabra de Dios también declara, “Casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb. 9:22). Cuando Jesús “habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Heb. 1:3). Los que desean tener sus pecados purgados necesitan confiar en una persona, no en un lugar. ¡La sangre de Cristo es el único agente limpiador del pecado! Aquellos que vienen a la cruz de Cristo deben venir con manos vacías de fe, no trayendo nada más que sus pecados.

Cada creyente comprado con sangre está instantáneamente presente con su Redentor al momento de su muerte. Estar “ausente del cuerpo” es estar “presentees al Señor” (2 Cor. 5:6-8). Esta buena noticia fue afirmada por el Señor con la promesa que Le dio al ladrón arrepentido en el Calvario. Él le dijo, “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23:43). Este pecador habitual no necesitó un fuego para purgar sus pecados.

A los católicos que creen en el Purgatorio debe preguntárseles: “¿Quién está a cargo de liberar las almas del fuego purgador?” No puede ser Dios debido a Su promesa a los creyentes. “No me acordaré más de sus pecados e iniquidades” (Heb. 10:17).

Después de la conversión, Dios no cuenta más los pecados contra Sus hijos (2 Cor. 5:19).


El Purgatorio es una burla indignante de la justicia de Dios y una mentira vergonzosa que le roba a Cristo Jesús Su gloria y honor. Él solo satisfizo la justicia divina, de una vez por todas, por el sacrificio perfecto y completo de Sí Mismo. El engaño fatal del Purgatorio ciega a los católicos del glorioso Evangelio de la gracia. Es una de las muchas mentiras de Satanás que evita que sus cautivos conozcan y confíen en la suficiencia de Jesucristo. Es Cristo solo que nos presentará “sin mancha delante de Su gloria” (Judas 24).

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