¿Van los Redimidos a pasar la eternidad en una Tierra Nueva o en el Cielo?
Por Dr. David Reagan
Toda mi vida, mientras crecía en la Iglesia, me enseñaron que los Redimidos vivirían eternamente con Dios en el Cielo. Uno de los descubrimientos más sorprendentes que hice cuando empecé a estudiar la profecía bíblica es que los Redimidos no van a vivir para siempre en el Cielo. Por el contrario, vamos a vivir en una tierra nueva y Dios va a descender a esa tierra para vivir entre nosotros.
La Biblia es muy clara sobre esto. Lea Ap. 21:1-7. La única forma en la que usted puede sortear la conclusión de que los Redimidos vivirán eternamente en una tierra nueva es espiritualizar la tierra nueva para que signifique Cielo. Eso es exactamente lo que muchos intérpretes de la Biblia han hecho y no hay justificación para ello.
Juan dice en Ap. 21:1: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Lo que ocurre es que Dios consume la tierra antigua. En 2 Pedro 3 se nos dice que El carbonizará toda la polución de la última revuelta de Satanás. El tomará esta tierra y la remodelará como una bola caliente de cera y, de ese infierno ardiente, saldrán los cielos nuevos y la tierra nueva; una tierra que será refrescada y embellecida y perfeccionada a lo que Dios originalmente creó antes de que fuera contaminada por el pecado y cambiada por la maldición (2 P. 3:10-13). Probablemente será alargada grandemente porque va a servir como el fundamento para una ciudad gigantesca – la Nueva Jerusalén.
¡Sólo piense en ello! Mientras Dios crea la tierra nueva, muy probablemente seremos suspendidos en los cielos dentro de la Nueva Jerusalén observando la más grande exhibición de juegos pirotécnicos en la historia del cosmos. Y cuando todo haya acabado, y la tierra sea refrescada y renovada, entonces el Señor nos bajará a la nueva tierra dentro de la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2). Vamos a vivir eternamente dentro de esa gloriosa ciudad ubicada en la tierra nueva.
Así es, la Biblia nunca enseña que pasaremos la eternidad en el Cielo. Enseña que pasaremos la eternidad en cuerpos nuevos en una Nueva Jerusalén en una tierra nueva y además enseña que Dios descenderá a esa tierra nueva y vivirá entre nosotros: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el Tabernáculo de Dios con los hombres, y El morará con ellos, y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Ap. 21:3). El limpiará cada lágrima de nuestros ojos y no habrá más ningún sufrimiento – no más dolor, muerte, tristeza (Ap. 21:4). El hará todas las cosas nuevas y vamos a vivir en perfecta dicha en la Nueva Jerusalén (Ap. 21:5).
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