Guerra No Santa
Una nueva clase de guerra se está armando alrededor del mundo. Jamás había existido previamente una guerra de esta categoría, y es muy difícil de definir. No tiene fronteras claramente delineadas, y sus filas consisten de inescrupulosos soldados que operan desde células subterráneas casi indetectables. Los noticieros informan diariamente sobre nuevos incidentes en esta guerra, y uno de sus efectos indirectos es el estremecimiento de la economía mundial en respuesta al temor del consumidor.
Debido a que esta guerra gira en torno a una religión, o sea, el Islam, su contraparte tiende a ser demasiada cautelosa en el uso de métodos bélicos. Teme, y quizás con alguna razón, el ser hallado culpable de atacar unas naciones por causa de su religión.
Los ciudadanos occidentales se preguntan si se han comportado de alguna manera que amerite ser blanco de ataques terroristas (como si el terrorismo se pudiera justificar). La pregunta que surge es: ¿Serán capaces estos grupos militantes de conducir una guerra biológica que mate a cientos de miles de personas a nivel mundial, a menos que sean detenidos? Los líderes democráticos occidentales ponderan en su corazón si es mejor actuar contra esta amenaza antes de que ellos ataquen, o simplemente esperar hasta que hallen mayor evidencia de sus intenciones.
Una herramienta que utiliza este inescrupuloso y astuto enemigo ha captado frecuentemente la atención mundial. El tipo de ataque donde el terrorista está dispuesto a morir junto con su contrincante no siempre produce numerosas bajas, pero siempre tiene un resultado sicológicamente funesto. Previo al 11 de septiembre, sólo sucedía en lugares lejanos del Medio Oriente. Esta táctica suicida consiste de un sencillo y sorpresivo acto, pero tiene al mundo entero de rodillas. Resulta extraño, pero su inicio remonta a una antigua historia persa del año 1050.
Mientras todavía era joven, Omar Khayaam, el famoso autor persa de "Rubaiyat", hizo un pacto con dos amigos suyos, Hasán Ibn Sabá y Nizam al-Mulk. Juraron que el primero de los tres que alcanzara una posición exitosa en la vida, utilizaría su dinero para promover la carrera de los otros dos.
Nizam fue el primero en lograr fortuna y fama, y cuando fue nombrado visir del Sultán de Persa, cumplió su juramento con Omar y Hasán. Ofreció a ambos una posición en el gobierno. Hasán aceptó el puesto, pero Omar pidió que simplemente lo auspiciara para poder dedicarse a la carrera que más anhelaba su corazón, que era la de poeta y escritor. Hasán, mientras tanto, se unió a Nizam en la corte del sultán. Al poco tiempo, Nizam se dio cuenta que Hasán amenazaba su posición, y lo avergonzó delante del sultán. Enfurecido, Hasán huyó hacia El Cairo para tramar su venganza. Allá se involucró con una secta islámica radical conocida como los "sufistas". Hasán se sintió atraído por esta secta secreta, dirigida por personas de ideas esotéricas, quienes se percibían por encima de cualquier tipo de ley, inclusive, la ley islámica. En 1080, Hasán regresó a Persia y comenzó a difundir “la nueva propaganda”, según fue denominada.
Perseguido por agentes del sultán, Hasán se instaló en una fortaleza remota e inaccesible de Alamut. El Castillo de Alamut se elevaba sobre una gran planicie fértil de 30 millas (48 Km.) de largo. Con sus nuevos seguidores, Hasán alcanzó fama mundial bajo el nombre de "El Viejo de la Montaña". Marco Polo, el famoso aventurero, escribió lo siguiente sobre Hasán en "Las Aventuras de Marco Polo":
"El Viejo mantenía en sus cortes a niños de 12 años de edad, quienes le parecía eran destinados a ser hombres valientes. Cuando el Viejo los enviaba al jardín en grupos de cuatro, diez o veinte, [primero] les daba a beber hashish. Dormían por tres días, y entonces los cargaban dormidos al jardín, donde los despertaban. Estos jóvenes despertaban dentro de un jardín lleno de cosas maravillosas, y creían que estaban en el paraíso. Siempre tenían bellas damas que les cantaban y los entretenían. Recibían todo cuanto querían, de forma que nunca deseaban salir bajo su propia voluntad. Y cuando el Viejo tramaba matar a alguien, les decía: ‘Ve y haz esto. Te lo pido, para que puedas regresar al paraíso’. Y los asesinos iban y hacían el trabajo con gusto."
Fue en esta manera que el concepto de los asesinos y sus obras nefastas vino a nacer en Persia. El término “asesino” se deriva de la palabra árabe ‘hashashin’, que significa "hashish". Los asesinos eran muy temidos, y se instituyó como concepto social altamente organizado en todas partes. La literatura abunda en relatos de esos asesinatos.
Afortunadamente, ya no existe esta práctica como institución social, pero fue incorporada como una costumbre usual dentro de la sociedad islámica. El cuento de que los "asesinos" aparecieron por la necesidad de vengarse de los cruzados es un mito. Los asesinos ya existían como elemento hostil en la sociedad islámica mucho antes que los cruzados.
Esto nos conduce a muchas interrogantes más en torno al Islam.
El Islam vs. militancia islámica
Es necesario distinguir el Islam como tal de la violencia de movimientos militantes islámicos. Durante muchas épocas distintas, gobiernos que eran conocidos como islámicos vivieron pacíficamente con sus naciones vecinas. El problema surge cuando ciertos elementos extremistas adquieren el poder y persiguen unos objetivos de subyugar el mundo al Islam a través de la violencia denominada como ‘jihad’, o guerra santa. Varios movimientos militantes islámicos proponen que todas las naciones musulmanas se unan para formar un estado islámico mundial, o un ‘califato’. Algunas naciones son islámicas, pero no son militantes.
Irán es ejemplo de una nación islámica militante. Ayatollah Khomeini, líder islámico en Irán hace varias décadas, promulgaba que la Revolución Islámica debería ser exportada mundialmente. Dijo lo siguiente: "Debemos esforzarnos a exportar nuestra revolución alrededor del mundo, y no podemos dejar de hacerlo, porque el Islam no sólo rehúsa reconocer diferencias entre naciones musulmanas, sino que es el líder defensor del pueblo oprimido. Más aún, todos los poderes tratan de destruirnos, y si nos mantenemos encerrados en unas fronteras, seremos verdaderamente derrotados. Debemos declarar explícitamente nuestra posición con respecto a los poderes y superpoderes, y demostrarles que, a pesar de los difíciles problemas que nos agobian, nuestra actitud hacia el mundo es dictaminada por nuestra fe."
Sin embargo, el Islam no es una entidad homogénea. Hay numerosas divisiones dentro del Islam. Al final de este estudio, encontrará un breve resumen de Mahoma y el Islam, además de una gráfica que ilustra la división del Islam posterior a la muerte de Mahoma. Dos ramas se desarrollaron, la sunnita y la shi’ita, una iniciada por un amigo de Mahoma y la otra por su hija y yerno. Los sufistas, grupo comenzado por Ismael, hijo de Ja’far al-Sadiq, apareció alrededor del año 800.
Reconociendo la amenaza
Muchos occidentales evitan discutir sobre temas relacionados a la religión y la política. Ésta es una manera secular de evitar ser confrontado por la realidad. Estos indiferentes piensan que componen la mayoría de la población mundial, pero realmente la población secular del mundo sólo cuenta con 850 millones de personas. Comparemos esa cantidad con 2.2 billones de cristianos, 1.3 billones de musulmanes, 900 millones de hindúes, y 360 millones de budistas. Para casi todas estas religiones, su fe es su vida y su política. Ya los "seculares" no podrán tapar el cielo con la mano, ni podrán continuar evadiendo los temas de la religión y la política.
La demografía mundial cambió marcadamente durante la década de los años 70. Puede observarse una relación un tanto sospechosa luego del llamado de Ayatolah Khomeini para exportar la Revolución Islámica. Las universidades alrededor del mundo comenzaron a recibir un gran influjo de estudiantes islámicos, y comenzaron a establecerse comunidades musulmanas por todas partes. Hasta el 11 de septiembre, la tolerancia era una característica general ante la creciente población islámica en naciones occidentales. Pero algunas actitudes han sido afectadas por los recientes hechos.
El sistema de difusión radial "Public Broadcasting System" en los Estados Unidos transmitió un programa titulado "Jihad en América". El programa documentaba el aumento en grupos radicales islámicos en terreno norteamericano. Estos radicales enseñan la violencia contra la nación que los alberga. Algunos documentales inculcan tanto el pánico como la indiferencia en torno a este serio problema. Agencias noticiosas mundiales envían señales contradictorias cuando tratan de proyectar, por un lado, un rostro pacífico al Islam, pero presentan imágenes horrendas en lugares como Afganistán dominado por el Talibán.
Es verdaderamente ostentosa la amenaza del Islam hacia las naciones no islámicas. Ya no es posible contener la amenaza al otro lado de la frontera. Las naciones democráticas se basan en el derecho de que cada cual puede vivir donde desee y practicar la religión que desee. Bajo el Islam, nada de eso existe.
Hay un asunto central que explica todo lo que está sucediendo, y es la ciudad de Jerusalén.
¡El Señor te reprenda, Satanás!
Debemos volver a leer el libro de Zacarías durante estos momentos de disturbio internacional. Allí hay una infinidad de cosas que nos pueden animar. En el capítulo dos, vemos la descripción de un joven que corre para medir la ciudad de Jerusalén, pero lo detiene un ángel y le dice que Jerusalén será demasiado grande para que pueda ser contenida dentro de unas murallas. Esa parte ya se ha cumplido, porque Jerusalén comenzó a salir de sus muros a finales del siglo 19. También dice lo siguiente: "Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella" (Zac. 2:5).
Cuando Ehud Barak fue Primer Ministro de Israel en el año 2000, le ofreció a Arafat el 96% del Margen Occidental, cinco poblados más hacia el este de Jerusalén, y gran porción de la Ciudad Antigua de Jerusalén. La respuesta contundentemente negativa de Arafat sólo se puede explicar a la luz de que Dios mismo es un muro de fuego alrededor de la ciudad.
Sí, Jerusalén es central en estos tiempos de prueba. Aunque le pueda parecer un tanto simplista, Jerusalén es la manecilla a la puerta del futuro. La atención mundial siempre vuelve a Jerusalén como si ésta fuera un gran imán. Israel hace las veces de un campo experimental. Siempre ha sufrido toda clase de terrorismo antes de que sea exportado a otras partes del mundo.
Zacarías registra otra escena sorprendente en el capítulo tres. La escena podría representar a Israel cuando Dios lo restaura como una nación sacerdotal. Josué, el sumo sacerdote, viene delante del Señor, y ¿quién lo acusa? ¡Satanás! Lo acusa de llevar vestiduras viles o manchadas.
Las acusaciones de Satanás se basan en la evidente culpa de Josué, pero Dios tiene la solución para su dilema. Lo que es realmente sorprendente es la manera en que Dios reprende a Satanás. Declara, sin lugar a dudas, quién es el que lo está reprendiendo: "Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda" (Zac. 3:2).
Dios, el Señor que ha escogido a Jerusalén, es quien reprende a Satanás. El drama histórico del ser humano siempre se ha centrado, y continuará centrándose, en torno a Jerusalén.
¿Cuál es nuestro mandato?
"Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra" (Is. 62:6b-7).
En primer lugar, ¿qué es un mandato? Un mandato es un acuerdo entre tres partes. Está la autoridad que da el mandato, luego el que ejecuta o pone el mandato en acción, y finalmente, la parte más débil, a quien se intenta proteger. Es una comisión dada a otro por una autoridad más elevada para que actúe en beneficio de uno más pequeño.
A medida que las cosas se aquietaban y los soldados regresaban a sus hogares al finalizar la Primera Guerra Mundial, surgió un nuevo Medio Oriente. Distante y diferente en gran manera a lo que era el mundo occidental, la arena desértica del Medio Oriente comenzó a ser testigo de unas escenas muy dramáticas. Películas clásicas, como Lorenzo de Arabia, surgieron de esa tierra cocida bajo el sol. Desde Australia llegaron los soldados de caballería ("lighthorsemen") para ayudar a los británicos en su lucha contra las fuerzas turcas, quienes tenían el respaldo alemán. Se lidiaban unas batallas en ambientes pintorescos, tales como en el oasis de Be’er Sheva, ubicado al sur del desierto del Neguev en la Tierra Santa.
El Medio Oriente ya no podía permanecer como una esquina olvidada y relegada del mundo. En ese momento las grandes naciones elaboraron unos planes para reparar el área a través de mandatos políticos. La guerra puso fin al imperio turco-otomano, el cual fue inicialmente un centro opulento, pero terminó siendo un vasto territorio abandonado durante sus días finales. Los gobiernos que resultaron vencedores abrieron sus mapas y comenzaron a delinear nuevas fronteras para el área. Por un lado, las líneas que dibujaron eran puramente arbitrarias. Recientemente, los árabes de la región han declarado que esas naciones no tenían ningún derecho de reasignar sus fronteras.
Por otro lado, algunas de esas líneas no fueron delineadas por el hombre, sino que fueron decretadas desde el cielo. Las fronteras se encontraban justamente bajo la arena, y sólo había que desenterrarlas. La nación de Israel siempre ha estado allí, escondida bajo el polvo del Islam, esperando el momento profético de Dios. Un nuevo capítulo se inició cuando el Espíritu Santo removió el polvo de las páginas de su historia.
Con esos sorprendentes eventos, fue necesario releer y reinterpretar las antiguas profecías bíblicas. El mandato profético de Isaías finalmente salió a relucir. No pudo haber sido escrito para otra época que la presente. ¡Es para nosotros; es para ahora!
Así como el mandato británico actuó en defensa de la denominada tierra Palestina, incontables hombres y mujeres de Dios comprendieron el mandato divino de actuar en beneficio de Jerusalén. La lista es demasiada larga para detallar aquí, pero pueden solicitar el Estudio de Israel titulado "El Riesgo y la Recompensa: Cristianos y el Retorno a Sion" (779706S), o el libro de Ron Cantrell en inglés titulado "Unholy War for an Islamic Empire".
Es penosamente cierto que por siglos los cristianos persiguieron al pueblo judío, pero también resaltan aquellos que vieron claramente el mandato de defenderlo. Algunos cristianos anunciaron el renacer de Israel antes que los propios judíos. Esos valientes hombres y mujeres de Dios sobresalen de las páginas de la historia por sus actos de amor y ayuda al pueblo judío oprimido a medida que buscaban desesperadamente un refugio que pudiesen llamar su hogar. Encontramos personas de este calibre a lo largo de los siglos.
La pregunta es: ¿Está usted en esa lista?
Cuando Salomón dedicaba el primer Templo en Jerusalén, visualizó también las épocas futuras, y nos vio a usted y a mí. El libro de 2 Crónicas registra su gloriosa oración: "Tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel..." (2 Cr. 6:33).
Eso parece ser un cheque en blanco emitido a fondos de la espléndida cuenta celestial. Ha sido girado con un propósito, y es "para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel". Si el rey Salomón nos vio a través de los portones del tiempo, entremos confiadamente a ese gran escenario para desempeñar el papel que nos fue otorgado por Dios desde siglos atrás.
Entonces, ¿cómo debemos vivir?
Ciertamente estamos viviendo en la época que describió Mateo: "Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mat. 24:12-13).
Debemos ser los que perseveremos hasta el final. Es de vital importancia que interpretemos correctamente lo que dicen las Escrituras respecto a nuestros tiempos. Asuntos que no necesitaban detallada claridad ahora se deben reexaminar bajo el aumento de un microscopio. Por ejemplo, cuando Jesús nos ordenó poner la otra mejilla, yo creo que hablaba sobre relaciones interpersonales. Ese principio no aplica al terrorismo internacional.
También opino que debemos orar para que los líderes terroristas, y las naciones que los albergan, sean enjuiciados como criminales de guerra en cortes internacionales de justicia. Nuestros gobiernos exigen que seamos obedientes a las autoridades gubernamentales, según exhorta Pablo a los romanos: "porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo" (Rom. 13:4).
Saleh Abdal Jawwad, jefe del Departamento de Ciencia Política e Historia en la Universidad Bir Zeit del Margen Occidental, comentó lo siguiente acerca de ataques suicidas contra Israel: "¡La política de Sharón es la que los obliga a matar!” Pero si eso fuera realmente cierto, ¿porqué la Organización para la Liberación de Palestina comenzó a realizar ataques suicidas previamente durante los años 60? ¿Por qué rehusó Arafat la oferta de un 96% del Margen Occidental, Jerusalén Oriental y gran parte de la Ciudad Antigua? ¡Arafat debería ser llevado ante la corte internacional para juzgarlo por causa de crímenes contra la humanidad!
Debería existir una corte internacional con el poder de juzgar y condenar a criminales terroristas dondequiera se hallen en el mundo.
Debemos dejar de prometerles un estado a Arafat y a los palestinos. Si en estos momentos se les otorga un estado, el mundo estaría recompensando su violencia sanguinaria. Y si se llegara a crear el estado independiente palestino, ¿cómo podrán resolver una gama de problemas poblacionales importantes, como los derechos de agua, la división municipal, su electricidad (que al presente es suplida por Israel), atención médica para su gente, etc., etc.? ¿Creerán que al atacar y matar a los israelíes tendrán un estado perfecto?
No escasea evidencia sobre la culpabilidad del liderato de la OLP en el asesinato de ciudadanos israelíes. Las incursiones de la Fuerza de Defensa Israelí en Ramallah y Jenin el año pasado produjeron cientos de cajas llenas de manuscritos que documentan su actividad criminal.
Estoy conciente de que el terrorismo no existe únicamente en el Medio Oriente, pero la mayoría de los terroristas musulmanes repiten vez tras vez que no actuarían de esa manera si se resolviese el asunto de los palestinos. ¡No se lo crea por un segundo! Sin embargo, es evidente que Dios está dirigiendo la atención mundial hacia el Medio Oriente en manera general, y hacia Israel en específico.
Éste no es un momento para retraerse de los eventos mundiales, sino de ver la mano de Dios obrando en todos estos asuntos. Más importante aún, es tiempo de que participe en lo que Dios está haciendo, estar junto a Él mientras ministra a Su pueblo y ordena las cosas para el pronto regreso del Mesías.
Me encantan las expresiones de Rees Howell cuando escribió en su diario con fecha del 12 de septiembre de 1940. En esos momentos, Hitler desataba su vil campaña por conquistar a Europa e Inglaterra. Dijo así:
“Oramos anoche para que Londres fuera defendida y que el enemigo no penetrara, y Dios respondió a nuestra oración. A menos que Dios tome control de ese demonio y lo ate, ningún hombre estará seguro. Si protegemos nuestras propiedades personales, ¿por qué no procuramos proteger a nuestro país? ¡Cuán maravillosos son estos días!”
¿Días maravillosos? ¡Cierto! Debemos regocijarnos en que se acerca cada vez más el día anhelado de Yeshúa (Jesús), cuando Dios finalmente le dirá: “¡Es tiempo de que redimas a tu novia!”. Las señales que lo anuncian están por todas partes. Cualquier trabajo que te haya encomendado Dios para hacer en Su reino, determina hacerlo con mayor ahínco aún. De seguro podremos exclamar juntamente con Juan: "El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús" (Apoc. 22:20).
Por: Ron Cantrell
A continuación le ofrecemos algunos datos adicionales sobre el Islam. Para más información, visite nuestra página en el ‘internet’: www.puentesparalapaz.com :
Mahoma y el Islam
Este tema es muy interesante, pero sólo tenemos espacio aquí para un breve resumen de la historia del Islam. Mahoma fue un personaje aparentemente perturbado desde su juventud, perseguido por sueños violentos e ilusiones engañosas. Quedó huérfano a los seis años de edad, y fue criado por el tío de una esclava, pero es el héroe por el cual el Islam es modelado.
Una de las primeras visiones que tuvo Mahoma fue de dos seres blancos que escarbaban en sus entrañas procurando hallar algo. Más tarde, tuvo una visión que cambió el rumbo de su vida. Se encontraba en una cueva en las afueras de Meca, y dice que oyó una voz enfurecida que le exigió hacer algo que nunca había hecho antes en su vida: leer.
“¡Lee, en el nombre de tu señor, el creador, quien creó al hombre de un coágulo de sangre! Lee, que tu señor es misericordioso, que ha enseñado a los hombres por medio de la escritura, y les ha revelado los misterios.”
Le siguieron largos años de visiones, matrimonios a varias mujeres (incluso una niña de 9 años de edad), asesinatos y conquistas de poblados que se oponían a su nueva religión, además de asaltos a las caravanas de camellos para robar la mercancía que llevaban. Los primeros años del Islam eran verdaderamente turbulentos.
Mahoma redirigió la tradición de adoración árabe a 360 dioses para la adoración de uno sólo. En esa época, adoraban varias piedras o meteoritos, cuyo destello de fuego debió ser muy impresionante al caer del cielo en medio del desierto. Tres piedras eran denominadas como diosas, hijas de Alá (Surá 53:21-22). Una era Al-il-lat, simbolizada por una piedra casi cuadrada en Taif, al este de Meca. Otra era Al-uzza, la estrella de la mañana, simbolizada por una piedra grisácea de granito en forma de un hueso de cadera. La tercera era Manah, diosa del destino, simbolizada por una piedra negra en la aldea de Qudayd. Por último, también adoraban a la diosa/demonio Hubal de la luna, de origen moabita o nabatea, simbolizada por una piedra marrón/rojiza que todavía existe en la Ka’aba de Meca.
Los habitantes de Meca rechazaron de entrada las enseñanzas de Mahoma. El profeta tenía una reputación de endemoniado, por lo que procuró la compañía de personas más amables en aldeas cercanas. No obstante, deseaba tener para sí la Ka’aba en Meca como su centro de adoración. Para que le permitiesen adorar en la Ka’aba, Mahoma acordó un pacto de 10 años con los líderes de Meca. Le prometieron dejar libre los predios de la Ka’aba durante tres días al año para que Mahoma y sus seguidores pudiesen adorar allí, con tal de que no los intentase conquistar y convertir a su nueva religión, además de permitir a los seguidores que eran originalmente de Meca regresar a sus hogares. Mahoma se retiró al poblado cercano de Hudaibiyah, donde esperó un tiempo para que redujeran su animosidad. Luego, violentamente conquistó a la Meca, echando fuera todos los ídolos e instalando a Alá como la única deidad.
Durante los próximos años, las visiones de Mahoma se hicieron cada vez más violentas. Sus visiones justificaban su propia violencia a medida que conquistaba más poblados en las cercanías. Masacró a judíos y cristianos, conquistando sus aldeas y obligándoles a orar en dirección a la Meca. Finalmente anunció que el Islam se tenía que propagar a través de la espada.
Mahoma murió joven en el año 632 d.C., y la religión que fundó fue dividida en dos grandes sectas: los sunnitas y los shi’itas. Abu-bekr, uno de los amigos más íntimos y primeros seguidores de la religión de Mahoma, se autodenominó Califa (líder espiritual) de la secta sunnita. Fátima, la hija de Mahoma, con su esposo Alí (quien también era primo de Mahoma) retaron el califato de Abu-bekr, y fundaron la secta shi’ita bajo el liderato de los imanes. Los califas e imanes han guerreado entre sí desde entonces.
(Traducido por Teri S. Riddering)
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