miércoles, 1 de octubre de 2025

Pasado, Presente, Futuro, y Todo lo Intermedio

Por Terry Cooper 


Toda la humanidad, toda la creación se dirige hacia un solo evento: el regreso de Jesús. Esta asombrosa y contundente verdad no puede ser ignorada ni minimizada. Esta verdad no sólo es cierta hoy. Ha sido cierta durante unos 2,000 años, desde la primera aparición de Jesús. La Biblia declara esta verdad a todos los que tienen ojos para ver y oídos para oír.

Todo en la Biblia clama la misma verdad. Jesús, el Hijo de Dios, vino a la Tierra para redimir a la humanidad del pecado, la muerte, la tumba y el infierno; y Jesús volverá a la Tierra como Rey de reyes y Señor de señores. Hay muchas iglesias que se centran en las buenas noticias de la Primera Venida de Jesús sin revelar las buenas noticias sobre la Segunda Venida de Jesús. Esto deja a las personas con una visión falsa de Jesús con respecto a Su propósito eterno y el reino venidero. Esa es la razón por la que muchas personas hoy tienen dificultades para comprender la verdadera identidad de Jesús.

Crecí en una iglesia en la que nunca se hablaba sobre la profecía bíblica respecto al regreso de Jesús y los eventos que precederían Su venida. Sólo enseñaban que Jesús algún día vendría y nos llevaría a todos al cielo. Cuando era joven, leí el Nuevo Testamento y creí plenamente en el Jesús que se revelaba en los Evangelios. Sin embargo, no fue hasta años después, cuando leí y estudié los libros proféticos (especialmente el Libro de Apocalipsis) por mí mismo que vi al Jesús eterno, el glorioso y eterno Rey Jesús.

Encuentro con el Verdadero Jesús

Mi vida cambió para siempre cuando vi al Jesús del capítulo uno de Apocalipsis (versículos 10-18). El Apóstol Juan había pasado tres años de su vida en profunda comunión con Jesús, pero cayó rostro en tierra como muerto cuando vio a Jesús cara a cara. Juan fue dominado por el miedo ante la majestuosidad y gloria del eterno y glorioso Rey Jesús que estaba de pie frente a él.

“No temas, Yo soy el Primero y el Último, y el que vive, y estuve muerto. Pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Ap. 1:17-18).

¿Por qué y qué significa? ¿Era este Jesús el mismo Siervo humilde y sufriente que cabalgó hacia Jerusalén en un burro el Domingo de Ramos? ¡Sí! Pero eso no es lo que Juan vio ese día. Juan vio al glorioso y eterno Rey Jesús, el Siervo Sufriente que ahora es el Rey Glorioso y Eterno en espera; el Rey todopoderoso que tiene las llaves de la muerte y la tumba para toda la humanidad. Juan vio el futuro. Juan vio nuestro futuro.

Esa visión de Jesús y nuestro futuro eterno de Apocalipsis me cambió para siempre. Al igual que Juan, sentí un profundo temor al ver esta revelación de Jesús en Su gloria del Reino Celestial. Este Rey todopoderoso y glorioso del Cielo y la Tierra tenía las llaves de la muerte y la tumba. Jesús sostenía mi futuro eterno en Sus maravillosas manos traspasadas por clavos. Y al igual que Juan, Jesús le dice a la Iglesia hoy que no tenga miedo, sino que crea. En realidad, fue porque tenía miedo y estaba conmocionado que realmente creí.

Pero, ¿cómo pueden creer si los predicadores no les dicen (Romanos 10:14)? Sí, predicamos la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús. Pero ese mensaje por sí solo sólo confundirá y frustrará a las personas, a menos que puedan ver al Jesús de Apocalipsis de pie frente a ellos sosteniendo las llaves de la muerte y la tumba. Un tercio de la Biblia es de naturaleza profética. ¿Por qué? Necesitamos conocer el futuro porque este mundo es difícil y el adversario es real. Necesitamos saber que Jesús está al final de nuestro viaje con el poder del reino para derrotar al pecado, la muerte, la tumba y al infierno mismo.

Predicar el Consejo Completo de Dios

He estado predicando en la Iglesia Cristiana de Nínive durante más de 25 años. Y sí, predico sobre el Siervo Sufriente, Jesús, quien fue a la Cruz como el Sacrificio expiatorio por nuestros pecados. Pero también predico sobre el Rey glorioso y eterno en espera. Y sí, me gusta hablar sobre las cosas intermedias—entre la ascensión de Jesús al Padre y Su regreso profetizado a la Tierra. Esto da a la Iglesia la confianza y la valentía para vivir su fe cada día, porque hemos visto todas las promesas bíblicas cumplidas del pasado.

En mis primeros años de predicación, me dijeron que predicar sobre la profecía bíblica sería controvertido y divisivo. Muchos me dijeron que me centrara en el mensaje del Evangelio histórico, la verdad sobre lo que ha sido. Sin embargo, he sentido el impulso del Espíritu Santo para enseñar el pleno consejo de la Palabra de Dios—la Primera y la Segunda Venida de Jesús y cómo debemos vivir en el tiempo de espera. Jesús nos dijo que vigilemos y esperemos por Él (Marcos 13:35-36). ¿Cómo puede la Iglesia vigilar y esperar por lo que no conoce?

“Por tanto, velen, porque no saben cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga de repente y los halle dormidos” (Marcos 13:35-36).

Sí, hay burladores, algunos dentro de la Iglesia y muchos en el exterior. El apóstol Pablo da una advertencia sobre aquellos que tratan la profecía bíblica con desprecio.

Pablo equipara la burla hacia la profecía bíblica a resistir o apagar la obra del Espíritu Santo.

No apaguen el Espíritu. No desprecien las profecías. Antes bien, examínenlo todo cuidadosamente, retengan lo bueno. Absténganse de toda forma de mal” (1 Tes. 5:19-22).

Sí, hay muchos que se burlarán del predicador que pasa tiempo predicando y enseñando la profecía bíblica. Pero tengo este testimonio. Esta iglesia predica y enseña toda la Biblia, pasado, presente, futuro y todo lo que hay en medio. Esta iglesia no se echa atrás ante las palabras proféticas de las Escrituras. Y esta iglesia nunca ha dejado de crecer en estos últimos 25 años. La Iglesia tiene hambre de esperanza. Dios diseñó la Iglesia para vivir con expectación. La Iglesia necesita conocer el futuro y por qué estamos llamados a perseverar y a resistir la oscuridad. La Iglesia necesita ver y conocer las señales que Dios nos ha dejado. Señales que revelan las cosas que sucederán en los reinos de los hombres antes de que venga el Reino de Cristo. Jesús habló de eso y nosotros también deberíamos.

Gran parte del Nuevo Testamento fue escrito por el apóstol Pablo en el poder del Espíritu Santo. Cuando Pablo se estaba preparando para su último viaje a Jerusalén como un hombre libre, se reunió y oró con los ancianos de la iglesia en Éfeso. Esto es lo que les dijo a ellos y a la iglesia del futuro.

Por tanto, les doy testimonio en este día de que soy inocente de la sangre de todos, pues no rehuí declararles todo el propósito de Dios. Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre” (Hechos 20:26-28).

El apóstol Pablo declaró que era inocente de la sangre de todos los hombres porque les había predicado el propósito completo de Dios. Pablo había predicado la verdad histórica del Antiguo Testamento y de la Primera Venida de Jesús. Pero también había revelado la verdad sobre el futuro regreso del Rey Jesús y el juicio de Dios que seguiría. Pablo estaba desafiando a los ancianos/pastores de la Iglesia y a todos los futuros predicadores a seguir su ejemplo y no rehuir la revelación completa de Dios.

Toda la Verdad y Nada más que la Verdad

Las personas vienen a la iglesia en busca de la Verdad. La Iglesia, el cuerpo de Cristo, ha recibido la Verdad. Jesús es la Palabra y la Palabra es Verdad. Jesús nos dijo que conocer la Verdad nos haría libres. Podemos liberarnos del miedo y la duda respecto a los eventos que están teniendo lugar en el mundo que nos rodea si conocemos la verdad profética de las Sagradas Escrituras. Jesús nos dijo que Sus seguidores serían capaces de interpretar las señales de los tiempos (Marcos 13:22-23). La capacidad del Espíritu Santo para interpretar las señales de los tiempos nos daría paz y confianza en los Últimos Días, en el tiempo de espera.

Por tanto, no desechen su confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque ustedes tienen necesidad de paciencia, para que cuando hayan hecho la voluntad de Dios, obtengan la promesa. Porque dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá y no tardará. Mas Mi justo vivirá por la fe; y si retrocede, Mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma” (Hebreos 10:35-39).

¡Nunca debemos retroceder! La Iglesia ha sido comisionada por nuestro Rey para permanecer a la ofensiva y utilizar todo el manual que nos ha proporcionado. Debemos seguir sosteniendo la Biblia como la única fuente física de la Verdad absoluta en la Tierra. La sostenemos completa. La predicamos completa: El pasado, el presente, el futuro y todas las revelaciones intermedias de Dios en nuestro tiempo de espera.

Terry Cooper fue llamado al ministerio en el año 2000, cuando respondió al llamado divino para servir en la Iglesia Cristiana Nínive en Lawrenceburg, Kentucky. Obedeciendo el llamado que Dios le dio de ser atalaya, pasó de una carrera corporativa al trabajo pastoral, impulsado por la firme convicción de preparar a la Iglesia para el inminente regreso de Jesucristo.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 30 de septiembre de 2025

Defendiendo la Profecía en una Era de Duda – Parte 2

¿Dónde Está la Promesa de Su Venida?



El apóstol Pedro, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, profetizó que, “en los últimos días vendrán burladores con sus burlas, quienes procederán según sus bajas pasiones y dirán: “¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde el día en que nuestros padres durmieron todas las cosas siguen igual, así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4).

Esta profecía encuentra un escalofriante cumplimiento hoy en día, ya que voces de todo el espectro intelectual y religioso desestiman el regreso de Cristo con cinismo y desprecio. Ya sea que provenga de los llamados “nuevos ateos”, teólogos progresistas, cristianos liberales, o incluso de feligreses complacientes, la pregunta esencial sigue siendo: “¿Dónde está Él?”. La pregunta se formula en innumerables aulas, pódcasts, programas de radio, programas de televisión y más—a menudo con sarcasmo.

Sin Dios, no hay Paz

Carl Sagan afirmó célebremente que “el cosmos es todo lo que es, fue o será”, haciéndose eco de la idea de que “todas las cosas continúan como estaban desde el principio de la creación”. Más de un erudito ha señalado que el comentario de Sagan parece ser una sustitución intencionada del Gloria Patri: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, es ahora y siempre será, mundo sin fin”. Si ese es, de hecho, el caso, es comprensible por qué algunos interpretan las palabras de Sagan como si contuvieran un matiz de burla.

El fallecido ateo, Christopher Hitchens, que nunca evitó la confrontación, se burló abiertamente de la idea del regreso inminente de Cristo. A menudo citaba la Segunda Venida para ilustrar lo que él veía como la irracionalidad, e incluso los peligros, de la fe religiosa.

Richard Dawkins, en su libro El Espejismo de Dios, argumenta que toda religión es delirante y considera que las profecías bíblicas son restos de la mitología antigua. Su cosmovisión presupone la continuidad ininterrumpida de las leyes naturales y excluye la posibilidad de intervención divina, como la Segunda Venida. Esto se conoce como “uniformitarianismo”, la visión de que el orden natural es inquebrantable y autosostenible y, por lo tanto, la intervención divina, como la Segunda Venida, es poco plausible. Dicho en el lenguaje de 2 Pedro 3:4, si no ha habido ninguna interrupción divina desde que los patriarcas “se durmieron”, entonces no hay razón para esperar una ahora. En un comentario particularmente teatral, Dawkins declaró que “incluso si hubiera esta voz retumbante o la Segunda Venida en nubes de gloria, la explicación más probable es una alucinación o un truco de Ilusionismo de David Copperfield”. Desbordante de incredulidad y sarcasmo, Dawkins luego se burló, “¿No dijo el mismo Jesús que vendría de nuevo pronto? Bueno, dos mil años después, todavía no lo ha hecho”.

Los líderes cristianos liberales han desestimado durante mucho tiempo la Segunda Venida de Jesús como mitología. Esto incluye al teólogo cristiano liberal John Shelby Spong y a miembros afines del Seminario de Jesús, John Dominic Crossan y Marcus J. Borg. Hablé con un ministro cristiano liberal en una gran iglesia liberal cuyo comportamiento emanaba una certeza arrogante—más condescendencia que convicción. Con un desdeñoso movimiento de ojos, desestimó varios milenios de esperanza escatológica y declaró: “¿La Segunda Venida? Bueno, eso es cuando alguien redescubre a Dios en su corazón. Nada más. ¡Nada más!”.

Incluso el humor cultural se ha unido al coro. El comediante George Carlin redujo la majestuosa esperanza del glorioso retorno de Cristo a un cínico chiste: “Jesús viene... hazte el ocupado”.

Profecía Cumplida ante Nuestros Ojos

Lo que Pedro previó ya no es teórico—se está desarrollando ante nuestros propios ojos, en sintonía con tantas otras profecías que convergen en nuestro tiempo. La burla es real, y también lo es la erosión espiritual que señala. Sin embargo, en medio de este coro de incredulidad, la Palabra de Dios se mantiene inquebrantable. Su promesa permanece, sin disminuir por las burlas ni tocarse por el sarcasmo. Los fieles seguidores de Cristo que leen la Biblia por sí mismos siempre han vivido “aguardando la esperanza bienaventurada, la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13) —el Rapto y la posterior Segunda Venida.

Me gustaría hacer varias observaciones sobre la profecía de Pedro acerca de los burladores. Desde el principio, quiero llamar su atención sobre la naturaleza profética de las palabras de Pedro. El surgimiento de burladores no fue una sorpresa; fue profetizado. Su burla no es una señal de que la profecía ha fallado; es prueba de que la profecía se está cumpliendo. En un sorprendente giro de ironía, aquellos que buscan desacreditar la profecía bíblica terminan validándola. Su burla se convierte en evidencia involuntaria de que la Palabra profética de Dios es verdadera. Tales burladores pueden estar orgullosos de sus argumentos ingeniosos, sin saber que, en el gran tablero de ajedrez de la verdad, Dios siempre está diez movimientos adelante. Mientras creen que están desmantelando la fe con lógica, en realidad, están cayendo justo en el juego de la sabiduría divina.

También noten que Pedro dice: “vendrán burladores en los Últimos Días, burlándose, siguiendo sus propios deseos pecaminosos” (2 Pedro 3:3). Una negación de la Segunda Venida de Cristo sirve como un pretexto para un libertinaje moral. Si no hay Segunda Venida, entonces no habrá juicio que la siga. Y si no hay juicio, entonces somos libres de vivir como queremos, persiguiendo nuestros deseos egoístas sin miedo a la responsabilidad. Esto significa que los burladores tienen una fuerte motivación para negar la Segunda Venida y el juicio subsiguiente; les hace sentir más cómodos en su estilo de vida inmoral. Buscan silenciar la voz de la conciencia. Al rechazar la intervención divina en el futuro, intentan borrar la autoridad divina en el presente.

Pedro luego refuta a los burladores señalando la realidad histórica del Diluvio de Noé, un claro ejemplo de una turbulencia divina que fue repentina e inesperada (2 Pedro 3:5-6). La gente de ese tiempo podría haber razonado: “Dios aún no nos ha juzgado por nuestro comportamiento inmoral, así que tampoco lo hará en el futuro. Sigamos disfrutando de la vida”. Pero luego el juicio cayó de repente, y fue inescapable. El paralelo que traza Pedro es poderoso. Así como hubo una turbulencia divina asociada con el Diluvio, la historia humana experimentará otra turbulencia divina en la Segunda Venida de Cristo. Aquellos que se burlan de la Segunda Venida podrían “seguir disfrutando de la vida”, pero están viviendo en tiempo prestado, y su día de juicio se acerca (Ap. 20:11-15).

Pedro luego sigue otra línea de argumentación para responder a los burladores: “No paséis por alto este hecho, amados, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8). En otras palabras, Dios no está confinado por el tiempo—Él es intemporal. A diferencia de nosotros, cuyas breves vidas son como “una niebla que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4:14), Dios es eterno. Desde el limitado punto de vista de los seres humanos, la venida de Cristo ha parecido tardar mucho. Pero desde el punto de vista de Dios, no pasará mucho tiempo. Está llegando. Dios “no es lento en cumplir su promesa” (2 Pedro 3:9).

Pedro ahora se dirige a lo que puede ser su argumento más convincente contra los burladores: Lo que los humanos perciben como un retraso divino en la venida del Señor es, de hecho, un acto deliberado de misericordia por parte de Dios: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con ustedes porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Este aplazamiento percibido no es negligencia, es compasión. Refleja el corazón de un Salvador que anhela que más almas reciban vida eterna.

Sin embargo, tal paciencia no es una justificación para la complacencia con respecto a la Segunda Venida. El Señor advirtió que “el Hijo del Hombre vendrá a la hora en que no lo esperéis”. (Mateo 24:44) Y nuevamente, con claridad penetrante, “¡He aquí, vengo como un ladrón! Bienaventurado el que vela” (Ap. 6:15).

El Tiempo Perfecto de Dios o Esperar el Tiempo de Dios

A medida que reflexiono sobre la tendencia humana a percibir un “retraso” en la Segunda Venida, me sorprende cuán a menudo nosotros, como humanos finitos, malinterpretamos el tiempo divino. Lo que para nosotros se siente como una pausa o un aplazamiento es, en verdad, el despliegue del plan soberano de Dios—preciso, intencional y nunca tarde. Nosotros vemos inmovilidad; Él ve estrategia. Nosotros sentimos que estamos esperando; Él está obrando.

Considere el grito angustiado de los creyentes mártires en el Apocalipsis, pidiendo justicia inmediata: “¡Oh Señor Soberano, santo y verdadero, cuánto tiempo pasará antes de que juzgues y vengues nuestra sangre?” (Ap. 6:10, énfasis añadido). Estaban impacientes por que Dios actuara. Dios revela que hay un propósito soberano en la espera: se les instruye a descansar “todavía un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus consiervos y sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos” (versículo 11). Sólo entonces caería el juicio. El juicio ciertamente vendría, pero sólo cuando el momento fuera el adecuado en el desarrollo de los propósitos soberanos de Dios.

La misma soberana paciencia aparece en la respuesta de Jesús a la enfermedad de Lázaro. “Cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba” (Juan 11:6). Su elección de hacer esto no fue negligencia—fue preparación para un mensaje y un milagro. El mensaje fue éste: “Yo soy la resurrección y la vida” (v. 25). Luego siguió el milagro: resucitó a Lázaro de entre los muertos (v. 43). El tiempo soberano se convirtió en un poderoso testimonio.

Abraham y Sara esperaron décadas por un hijo. Al final, el nacimiento de Isaac, muy por encima de los límites naturales con Abraham y Sara, magnificó la fidelidad y el poder de Dios (Génesis 17:15-19; 21:1-2). Dios tenía un propósito soberano para lo que se percibía como un retraso en el nacimiento del hijo prometido.

La larga temporada de traición, esclavitud y confinamiento de José podría haber sido percibida como un retraso divino en la intervención de Dios. Sin embargo, esa larga temporada sirvió como un horno del cual Dios forjó a un libertador que más tarde declararía: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien” (Génesis 50:20). Nuevamente, Dios tenía un propósito para los largos años que José pasó esperando.

Moisés esperó cuarenta años en la oscuridad, durante los cuales se transformó de príncipe en pastor. Sólo entonces Dios lo comisionó para enfrentar a Faraón y guiar a una nación (Éxodo 2:15; 3:1). Dios tenía un propósito soberano para la espera de cuarenta años.

Israel mismo vagó cuarenta años por el desierto, una demora que se convirtió en un crisol que refinó a un pueblo para la fidelidad al pacto (Números 14:34; Dt. 8:2).

Y, en el amplio panorama de la historia redentora, Pablo nos recuerda que incluso el endurecimiento temporal de Israel sirve a un fin soberano: “Ha acontecido a Israel endurecimiento en parte hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Romanos 11:25). Lo que puede ser percibido como un retraso en Dios al remover este “endurecimiento” de Israel es, en realidad, la ventana de tiempo de Dios para que muchos gentiles sean salvados.

Mi punto con todo esto es que los retrasos percibidos por parte de Dios nunca son momentos desperdiciados. Son interludios sagrados, llenos de propósito, precisión y promesa. Lo mismo es cierto respecto al momento preciso del Arrebatamiento y la Segunda Venida. Estos eventos ocurrirán en el tiempo perfecto y soberano de Dios.

No Puedo Esperar a Tener Paciencia O Esperar con Paciencia pero con Entusiasmo

Ahora bien, reconozco que incluso los creyentes encuentran desafiante esperar la venida del Señor. Aunque poseemos las primicias del Espíritu—una promesa divina de lo que está por venir—todavía nos encontramos gimiendo por dentro, anhelando la plena redención que las Escrituras prometen. Como dijo Pablo: “Nosotros mismos... gemimos por dentro mientras esperamos con ansias la adopción como hijos, la redención de nuestros cuerpos” (Romanos 8:23). Este anhelo apunta a ese glorioso momento cuando, en el Rapto de la Iglesia, seremos revestidos de cuerpos incorruptibles, libres para siempre del pecado, el dolor y la decadencia (1 Corintios 15:50-54).

Hasta entonces, se nos insta no sólo a esperar, sino a esperar bien: “Sed pacientes, por tanto, hermanos, hasta la venida del Señor” (Santiago 5:7). Ésta no es una paciencia pasiva—es una resistencia esperanzadora, arraigada en la certeza de Su promesa y sostenida por el Espíritu que habita dentro.

Concluyo con un recordatorio de que, al final, quienes se burlan de la Segunda Venida se convierten sin querer en señales que apuntan a la verdad que niegan. Su ridículo, lejos de socavar la profecía, sirve como confirmación de que, de hecho, estamos viviendo en los días que Pedro previó. Se burlan porque no entienden la misericordia detrás del llamado retraso, ni comprenden la majestuosidad de un Dios que nunca llega tarde, sino siempre a tiempo. Para los fieles, su burla sólo fortalece nuestra determinación. No nos dejaremos influir por el ruido de la incredulidad. En cambio, con los ojos fijos en los cielos y los corazones anclados en las promesas de las Escrituras, esperamos—no con duda, sino con una expectativa confiada—la gloriosa aparición de nuestro gran Dios y Salvador, Jesucristo.



El Dr. Ron Rhodes es un viejo amigo del Ministerio Cordero y León. Ha aparecido muchas veces como invitado especial en el programa Cristo en la Profecía. Esperamos presentar una charla sobre su libro más reciente, El Plan Profético de Dios en Daniel y Apocalipsis en un próximo episodio.


Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 25 de septiembre de 2025

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 6 (Parte 2 de 3)

 El Destino Final del Creyente 

Por Dr. David R. Reagan

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La Tierra Nueva 

Para comprender mejor la Tierra Nueva que será la morada eterna de los redimidos, es necesario echar un vistazo a las cinco tierras que se revelan en las Escrituras. La mayoría de las personas se sorprenden al saber que la Biblia revela que actualmente estamos viviendo en la tierra número tres y que aún hay dos tierras por venir. 

Tierra 1 

La primera tierra fue la que fue creada en el principio (Génesis 1:1). Era perfecta en todos los aspectos (Génesis 1:31). Pero, debido al pecado del hombre, Dios impuso una maldición sobre la tierra (Génesis 3:17-19).

¿Alguna vez te has detenido a pensar cómo debió ser una tierra “perfecta”? Ciertamente no había animales carnívoros, ni animales venenosos ni plantas venenosas. Toda la naturaleza estaba en paz consigo misma y con el hombre. Adán y Eva no tenían que luchar contra la naturaleza para producir su comida. Y no había cataclismos naturales como tornados, huracanes, tsunamis y terremotos. 

La Biblia indica que la maldición alteró radicalmente la naturaleza de la creación original de Dios. En lugar de que el hombre ejerza dominio sobre la naturaleza, como estaba planeado originalmente (Génesis 1:26, 28), la naturaleza se alzó en conflicto con el hombre, ya que plantas venenosas, animales carnívoros y cataclismos climáticos aparecieron de repente.

Tierra 2 

La maldición alteró radicalmente la tierra original, pero la segunda tierra seguía siendo bastante diferente de la que habitamos hoy. Hay muchas evidencias bíblicas, tanto en Génesis como en Job, que sugieren que la segunda tierra tenía un espeso dosel de vapor que protegía la vida de la radiación ultravioleta del sol, contribuyendo así a las largas expectativas de vida registradas en Génesis (ver Génesis 2:5-6 y Job 38:8-11). 

Toda la tierra era como un invernadero, con una vegetación densa creciendo por todas partes, incluso en los polos. También, probablemente sólo había una gran masa continental. 

Una vez más, la rebelión pecaminosa de la humanidad motivó a Dios a cambiar la naturaleza de la tierra (Génesis 6:11-13). El agente de cambio esta vez fue el agua. Parece que Dios hizo que el dosel de vapor colapsara (Génesis 7:11). También hizo que “fuentes del gran abismo” brotaran sobre la superficie de la tierra (Génesis 7:11). El resultado fue el Diluvio Noénico a nivel mundial. 

Tierra 3 

Como la maldición, la inundación alteró radicalmente la naturaleza de la tierra. Produjo la tercera tierra, la tierra en la que vivimos ahora. 

La tierra se inclinó sobre su eje, formando las capas polares. La masa de tierra unificada se partió, formando los continentes tal como los conocemos hoy (por eso encajan como un rompecabezas — véase Génesis 10:25). Y el dosel de vapor se agotó por completo, de modo que la radiación ultravioleta comenzó a alcanzar la tierra en niveles sin precedentes, lo que dio como resultado una gran reducción de la esperanza de vida, primero a 120 años y luego a 70 años. 

La Biblia revela que la tierra actual será radicalmente cambiada nuevamente en la Segunda Venida de Jesús. Los agentes de cambio serán terremotos en la tierra y fenómenos sobrenaturales en los cielos. 

Los cambios producidos alterarán tan completamente la tierra y su atmósfera que Isaías se refiere a los “cielos nuevos y la tierra nueva” que existirán durante el reinado del Señor (Isaías 65:17). 

Tierra 4 

La cuarta tierra — la tierra milenaria — será muy diferente de la tierra actual. Los terremotos que la producirán serán los más severos en la historia. 

En la Segunda Venida de Jesús, todo valle será elevado, toda montaña será rebajada y toda isla será movida (Ap. 6:12-14 y 16:17-21). Jerusalén será elevada, y el Monte Sion se convertirá en el más alto de todas los montes (Zacarías 14:10 y Miqueas 4:1). 

Es probable que el dosel de vapor se restaure porque las esperanzas de vida se expandirán a lo que eran al principio de los tiempos (Isaías 65:20,22). 

Evidencia adicional de que la cúpula de vapor será restaurada se encuentra en el hecho de que toda la tierra volverá estar llena de vegetación exuberante (Isaías 30:23-26 y Amós 9:13-14). El Mar Muerto también cobrará vida (Ezequiel 47:1-9). 

Lo más importante es que la maldición será levantada parcialmente, lo que hará posible que el hombre se reconcilie con la naturaleza y que la naturaleza se reconcilie consigo misma. El lobo habitará con el cordero porque el lobo ya no será carnívoro. El niño que mama jugará con la cobra porque la cobra ya no será venenosa (Isaías 11:8). 

Tierra 5 

Pero la última rebelión de Satanás al final del Milenio dejará la tierra contaminada y devastada (Ap. 20:7-9). Así, al final del reinado del Señor, Dios sacará a los redimidos de la tierra, los colocará en la Nueva Jerusalén y luego limpiará la tierra con fuego (2 Pedro 3:10-13). 

En otras palabras, Dios sobrecalentará esta tierra en un infierno ardiente y luego la remodelará como una bola caliente de cera. El resultado será los “nuevos cielos y nueva tierra” profetizados en Isaías 66 y Apocalipsis 21. 

Ésta será la quinta tierra: la tierra perfeccionada y eterna donde los redimidos pasarán la eternidad en la Nueva Jerusalén en la presencia de Dios (Ap. 21:1-4). La maldición será completamente levantada de esta tierra (Ap. 22:3). 

La Nueva Jerusalén 

La información más detallada que las Escrituras nos dan sobre el cielo se refiere a nuestra morada eterna — la Nueva Jerusalén. Veinte versículos en el capítulo 21 de Apocalipsis están dedicados a una descripción de ella. 

La información contenida en Apocalipsis 21 no es la primera referencia en la Biblia a la Nueva Jerusalén. Se menciona en Hebreos 11:10 como una ciudad “cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Jesús hizo una referencia a ella que se registra en Juan 14:1-4. Él la llamó la “casa de Su Padre”, y dijo que prepararía un lugar en ella para Su Iglesia. 

Jesús está actualmente expandiendo, embelleciendo y ornamentando esta casa que Dios el Padre diseñó y construyó. Jesús la está preparando para Su novia, al igual que en los tiempos del Antiguo Testamento cuando un novio añadía una habitación a la casa de su padre para acomodarse a sí mismo y a su novia. 

La ciudad se describe en el Apocalipsis como bellamente decorada, como “una novia adornada para su esposo” (Ap. 21:2). Más tarde, Juan se refiere a la ciudad como “la novia, la esposa del Cordero' (Ap. 21:9), porque la ciudad contiene a la Novia de Cristo, Su Iglesia. 

Como dije antes, creo que esto implica que al final del Milenio todos los redimidos serán sacados de la tierra y colocados en la Nueva Jerusalén, que probablemente estará suspendida en los cielos. Desde ese punto de vista, veremos el mayor espectáculo de fuegos artificiales de toda la historia mientras la tierra es purificada y redimida con fuego, lo que producirá la Tierra Nueva eterna. Luego, seremos bajados dentro de la Nueva Jerusalén a esa Tierra Nueva. 

La ciudad será espectacular tanto en tamaño como en apariencia. ¡Tendrá la forma de un cubo que mide 2,400 kilómetros en cada dirección! Y reflejará “la gloria de Dios” (Ap. 21:11, 16). 

El Tamaño de la Ciudad 

El tamaño increíble significa que la ciudad se extendería desde Canadá hasta el Golfo de México y desde la costa atlántica de Estados Unidos hasta Colorado. También se extendería 2,400 kilómetros hacia la atmósfera. 

Esta tremenda extensión de la ciudad verticalmente hacia el aire es una pista de que la Tierra Nueva puede ser considerablemente más grande que la Tierra actual. De lo contrario, la ciudad no sería proporcional a su entorno. 

¿Sería tal ciudad capaz de acomodar adecuadamente a todos los redimidos? Esa es una buena pregunta. La mejor respuesta que he encontrado es la proporcionada por el Dr. Henry Morris en su libro The Revelation Record. 

El Dr. Morris postula que el número total de redimidos podría ser de hasta 20 mil millones. Además, sugiere que aproximadamente el 50 por ciento de la Nueva Jerusalén podría estar dedicado a calles, parques y edificios públicos. ¿Pueden 20 mil millones de personas ser acomodadas en sólo la mitad del espacio de esta ciudad? 

¡La respuesta es sí! De hecho, se puede hacer fácilmente. Cada persona tendría un bloque cúbico con aproximadamente 75 acres de superficie en cada cara. ¡Estamos hablando de una ciudad inmensa! 

Esto asume, por supuesto, que nuestros nuevos cuerpos glorificados serán inmunes a la ley de gravedad actual, como lo son los cuerpos de los ángeles. Ésta es una suposición segura, pues Filipenses 3:21 dice que nuestros cuerpos glorificados serán como el cuerpo de Jesús después de Su resurrección, y Su cuerpo no estaba sujeto a la gravedad, como lo demuestra Su ascenso al Cielo. 

Ésta es la razón por la que la ciudad será tan alta. Podremos utilizar y disfrutar de todos sus niveles. Es muy probable que haya calles verticales además de horizontales. 

La Belleza de la Ciudad 

¡Y qué calles serán! La Biblia dice que serán “oro puro, como vidrio transparente” (Ap. 21:21). De hecho, toda la ciudad estará hecha de oro puro con la apariencia de vidrio limpio (Ap. 21:18). 

La ciudad estará asentada sobre una fundación hecha de 12 capas de piedras preciosas (Ap. 21:19-20). Cada capa presentará el nombre de uno de los 12 apóstoles (Ap. 21:14). La ciudad estará rodeada por un muro de jaspe de más de 200 pies de altura (Ap. 21:17). Habrá 12 puertas, tres en cada lado, y cada una llevará el nombre de una de las tribus de Israel (Ap. 21:12). 

Y sí, las puertas serán “puertas de perlas”, cada una compuesta de una enorme perla (Ap. 21:21). 

Lo mejor de todo es que Dios el Padre y Jesús habitarán en la ciudad con nosotros (Ap. 21:22). La gloria Shejiná de Dios iluminará la ciudad constantemente y, por lo tanto, no habrá noche ni habrá necesidad de ningún tipo de luz artificial o de la luz del sol (Ap. 22:5). 

El trono de Dios y Su Hijo estará en la ciudad, y “un río del agua de la vida, claro como el cristal” fluirá por el medio de la calle principal de la ciudad, con el Árbol de la Vida creciendo a ambos lados del río, produciendo 12 tipos de fruta, una fruta diferente cada mes (Ap. 22:1-2). 

Eso es todo. La Palabra de Dios sólo nos da un atisbo del cielo, ¡pero qué atisbo tan prometedor es! Es un atisbo de paz, alegría y belleza perfectas. 

Las Actividades del Cielo 

¿Qué haremos por la eternidad? Nuevamente, la Palabra guarda un extraño silencio. Todo lo que dice es que le “serviremos” (Ap. 22:3). 

He fantaseado mucho con nuestras actividades celestiales. Puedo imaginar que pasaremos gran parte de nuestro tiempo en adoración, cantando los salmos del rey David, bajo su dirección. Creo que es probable que nuestros talentos se magnifiquen y que podamos cantar, pintar o escribir con una majestuosidad y alcance que jamás imaginamos posibles — ¡y todo para la gloria de Dios! 

Sin duda, pasaremos un tiempo considerable en el estudio de la Palabra de Dios. ¡Piensa en estudiar el Evangelio de Juan con el apóstol Juan como profesor! Estoy emocionado con la idea de que Jesús enseñe el Antiguo Testamento, así como lo hizo a Sus discípulos después de Su resurrección (Lucas 24:44-45). La Palabra de Dios es infinita en su profundidad, y creo que seguiremos aprendiendo de ella para siempre. 

A medida que estudiamos la Palabra, creo que creceremos en madurez espiritual a la semejanza de Jesús. Y dado que Dios es infinito, no importa cuánto crezcamos a Su semejanza, siempre habrá mucho más crecimiento por delante de nosotros. En este sentido, sospecho que nuestro crecimiento espiritual continuará donde lo dejamos en esta vida. 

A veces, realmente me excedo mucho con mis ideas sobre el cielo. Por ejemplo, puedo imaginar al Señor dándonos la oportunidad de ver “repeticiones de video instantáneas” de grandes eventos en la historia de la Biblia. Espero que sí. Me gustaría ver la división del Mar Rojo, la destrucción de Jericó y la resurrección de Lázaro. 

¿Y qué hay de los viajes por el universo? Seguramente podremos viajar a través del espacio en nuestros cuerpos glorificados y ver de cerca los milagros de la creación de Dios. ¡Imagina visitar todos los planetas en nuestra galaxia, así como recorrer miles de otras galaxias! 

Reinar con Jesús 

¿Pero qué significa en Apocalipsis 22:3 donde dice que serviremos a Dios como Sus “siervos”? (NASB) No estoy seguro. Supongo que significa que se nos dará trabajo productivo que hacer. No puedo decir con certeza cuál será ese trabajo. Pero hay una pista en Apocalipsis 22:5 donde dice que reinaríamos con el Señor “por los siglos de los siglos”. 

Reinar implica, por necesidad, que debemos reinar sobre alguien. ¿Quién será ese alguien? Nuevamente, hay una pista intrigante. Apocalipsis 21:24-27 se refiere a “naciones” que vivirán en la Tierra Nueva fuera de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 22:2 indica que las personas que componen esas naciones estarán en cuerpos físicos, porque dice que las hojas del Árbol de la Vida se usarán para “la sanidad de las naciones”. 

Un Misterio Profético 

¿Quiénes son estas “naciones”? Este es uno de los mayores misterios de la profecía bíblica. Hay tantas conjeturas diferentes como comentarios sobre el libro de Apocalipsis. 

¿Podrían ser los redimidos que aceptan a Jesús durante el Milenio? No se dice nada sobre el destino final de aquellos que son salvados durante el Milenio. No se les hacen promesas de obtener cuerpos glorificados. 

No sé la respuesta. Es una de esas áreas donde miramos en un espejo tenuemente iluminado y no entenderemos completamente hasta que estemos “cara a cara” con el Señor (1 Co. 13:12). 

Comunión Celestial 

Esto me lleva a la mayor bendición del cielo. ¡Apocalipsis 22:4 dice que veremos la cara de Dios! 

La Palabra dice en Éxodo 33:20 que ningún hombre ha visto jamás la cara de Dios. Pero se nos dará ese privilegio cuando tengamos comunión con Él en el cielo. 

Y eso es realmente de lo que se trata el cielo. Experimentaremos una intimidad con el Señor que trasciende cualquier cosa posible en esta vida. Fuimos creados para la comunión con Dios (Juan 4:23), y ese propósito alcanzará su máximo esplendor en el Estado Eterno, mientras vivimos en la presencia de Dios.

Por eso Pablo escribió: “el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21). Siguió explicando que continuar viviendo en la carne significaba la oportunidad de un trabajo fructífero en el reino del Señor. Pero todavía tenía el deseo de abandonar esta vida, ya que esa partida abriría la puerta a una comunión dulce, íntima y personal con el Señor (Filipenses 1:22-23). 

¿Y tú? ¿Te aferras a este mundo, o anhelas el Cielo? 

Cuanto más llegues a conocer al Señor, más lo amarás. Y cuanto más lo ames, más desearás estar con Él. 

Es natural. Siempre deseamos estar con aquellos a quienes amamos. 

Anhelando el Cielo 

Amé mucho a mi primera esposa. Estuvimos casados por 60 años cuando ella falleció. Tuve que viajar mucho durante nuestros años juntos. La llamaba cada noche que estaba de viaje para decirle que la amaba. Le enviaba tarjetas de amor empalagosas. Y cuando tenía que estar fuera por un período prolongado, le enviaba regalos como ramos de flores. 

Me encantaba hablar con mi esposa por teléfono. Me encantaba enviarle notas de amor. Me encantaba sorprenderla con regalos. ¡Pero ninguno de estos era un sustituto para estar con ella! Cuando amas a alguien, quieres estar con ellos. 

De la misma manera, me encanta tener comunión con el Señor en la adoración, en el estudio de la Biblia y en la oración. Pero estas actividades espirituales no son un sustituto para la comunión con Él. 

Porque lo amo, quiero estar con Él. La comunión personal e íntima con el Señor — ésa es la esencia del cielo.

 ¡Que se convierta en una realidad muy pronto! 

Citas Cristianas Sobre la Muerte 

“La muerte para el cristiano es el funeral de todas sus penas y males, y la resurrección de todas sus alegrías”. James H. Aughey (1828-1911), pastor confederado que fue encarcelado por su oposición a la esclavitud. 

“Cuando entro en un cementerio, me gusta pensar en el momento en que los muertos resucitarán de sus tumbas. ¡Gracias a Dios, nuestros amigos no están enterrados; sólo están sembrados!”. Dwight L. Moody (1837-1899), pastor y evangelista estadounidense del siglo XIX. 

“Aquel cuya cabeza está en el cielo no necesita temer poner sus pies en la tumba”. Matthew Henry (1662-1714), pastor y erudito que escribió un renombrado comentario sobre la Biblia. 

“La muerte para el malvado es el Rey de los terrores. La muerte para el santo es el fin de los terrores, el comienzo de la gloria”. Charles Spurgeon (1834-1892), pastor y evangelista bautista reformado inglés.


Lea la parte 1 »» aquí 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 23 de septiembre de 2025

Video: Israel en la Profecía Bíblica – El Presente (Conclusión)


En este programa, echaremos un vistazo a la siguiente profecía acerca del pueblo judío que se ha estado cumpliendo en la época moderna:

  • El Re-Enfoque de la Política Mundial en Israel 

Éste es el quinto programa de una serie basada en el magistral libro escrito por el Dr. David R. Reagan, fundador del Ministerio Cordero y León, titulado: Israel en la Profecía Bíblica – Pasado, Presente y Futuro.

Los invito a suscribirse al canal “Profecías, Misterios y Otras Cosas”, y activar las notificaciones, para que puedan recibir las alertas cada que vez que un nuevo video sea publicado por Graciela. También los animo a compartir estos videos con sus contactos. 

Vea también:

Israel en la Profecía Biblica: El Pasado  

Israel en la Profecía Bíblica: Introducción

Israel en la Profecía Bíblica: El Presente (parte 1)

Israel en la Profecía Bíblica: El Presente (parte 2)

Recurso recomendado:

Libro: Cómo Morir con una Sonrisa en el Rostro – Capítulo 6 (Parte 1)

 El Destino Final del Creyente 

Por Dr. David R. Reagan

Haga clic en la imagen para ir al Índice


“Porque aquí no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la que ha de venir” (Hebreos 13:14).


Durante muchos años tuve pocas ganas de ir al cielo. Mi único interés en el cielo era impulsado por el deseo de evitar el infierno.

Mi apatía estaba arraigada en lo que me habían enseñado sobre el cielo. Básicamente, me habían hecho creer que ir al cielo significaba ser un espíritu incorpóreo que residiría en un mundo etéreo, flotando en una nube tocando un arpa. ¡Esa imagen no me emocionaba!

Mi interés en el cielo se desarrolló lentamente durante un largo período de tiempo. Se convirtió en una pasión, en parte, debido a mi estudio de la profecía, pero, principalmente, debido a mi creciente relación con el Señor.

Cuanto más llegaba a conocerlo, más deseaba estar con Él.

Una Sorpresa Celestial

La razón por la que mi estudio de la profecía no jugó un papel clave en el desarrollo de mi interés en el cielo es porque la Biblia es extrañamente silenciosa sobre el tema. La Biblia nos dice con gran detalle cómo será el Rapto, la Segunda Venida y el Milenio, pero casi no nos da información detallada sobre el Estado Eterno.1

Lo que nos dice a menudo es una gran sorpresa para la mayoría de los cristianos porque las Escrituras sobre el cielo han sido terriblemente espiritualizadas. Por ejemplo, la Biblia dice claramente que los redimidos pasarán la eternidad en una Tierra Nueva, no en un lugar etéreo llamado cielo.

Isaías fue el primero en hablar de esta verdad cuando habló de “los cielos nuevos y la tierra nueva” que permanecerán para siempre delante del Señor (Isaías 66:22). Esta verdad se repite en el libro de Apocalipsis, donde el apóstol Juan dice que se le mostró una Nueva Tierra, “porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Ap. 21:1).

En Apocalipsis 21:2, el apóstol Juan describe la Nueva Jerusalén descendiendo a la Tierra Nueva, “descendiendo del cielo, de Dios”. Y luego afirma que Dios mismo vendrá a vivir en la Tierra Nueva (Ap. 21:3):

El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos

Esta verdad ya había sido revelada a los profetas del Antiguo Testamento. Mientras lo llevaban en un recorrido profético por el Templo Milenial, su guía (el Señor Jesús en una aparición pre-encarnada) le dijo a Ezequiel: “Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono y el lugar de las plantas de mis pies, en el cual habitaré en medio de los hijos de Israel para siempre” (Ez. 43:7).

Los redimidos van a morar para siempre en Cuerpos Nuevos en una Tierra Nueva en una Nueva Jerusalén en la presencia de Dios Todopoderoso y Su Hijo, Jesús. ¡El cielo vendrá a la tierra!

Dos Cielos

El hecho de que el cielo venga a la tierra es una de las razones por las que hay tanta confusión sobre el cielo. Cuando la mayoría de los cristianos piensan en el cielo, piensan en un mundo etéreo que existe muy lejos, en algún lugar del espacio exterior. Pero el cielo que existe ahora no es el mismo que el cielo donde los redimidos van a vivir eternamente.

El cielo actual donde reside Dios (1 Reyes 8:30) fue creado por Dios (Ap. 10:6). Es un “lugar alto y santo” (Isaías 57:15) que se encuentra en “el tercer cielo” (2 Corintios 12:1-4). El primer cielo es la atmósfera de este planeta. El segundo cielo es el espacio exterior. El tercer cielo está más allá de nuestro cosmos.

La sala del trono de Dios está ubicada en el cielo (Isaías 66:1 y Ap. 4:2). Y aunque Dios es espíritu (Juan 4:24), el cielo es un lugar muy tangible y material. Sabemos esto porque el apóstol Juan fue llevado al cielo y se le dio un recorrido que describe en Apocalipsis 4 y 5.

La Descripción del Cielo Según Juan

Juan describió el trono de Dios como teniendo la apariencia de una esmeralda rodeada por un arco iris y emitiendo una luz brillante (Ap. 4:1-3). El trono estaba custodiado por cuatro misteriosos “seres vivientes” (Ap. 4:6), y sentados alrededor del trono había 24 ancianos vestidos de blanco con coronas de oro (Ap. 4:4).

Detrás de los ancianos había miríadas de ángeles (Ap. 5:11), y todos estos seres — los ancianos, los ángeles y las criaturas vivientes — adoraban día y noche sin cesar, cantando canciones de alabanza y adoración (Ap. 4:8,11; 5:9-10, 12-13).

Juan vio a Jesús en el Cielo (Ap. 5:5-10) donde Él está sirviendo como nuestro Sumo Sacerdote en el trono de Su Padre (Hebreos 9:11-15), intercediendo por nosotros como mediador de nuestras oraciones (1 Timoteo 2:5). También vio los espíritus de los santos muertos vestidos con túnicas blancas de pie alrededor del trono de Dios (Ap. 7:9). Además de adorar a Dios, los santos son representados sirviéndole día y noche (Ap. 7:15).

Otras Descripciones del Cielo

El apóstol Juan no es la única persona a la que se le ha dado un vistazo del cielo y de la sala del trono de Dios. El primero en ser mencionado en las Escrituras es Moisés. Mientras guiaba a los hijos de Israel a través del desierto, Dios lo llamó a él y a su hermano Aarón, junto con Nadab, Abiú y 70 ancianos de las tribus a subir al monte Sinaí para hablar con él. “Y vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies había como un pavimento de zafiro, semejante en pureza al mismo cielo” (Éxodo 24:10).

La siguiente persona a la que se le permitió ver el salón del trono de Dios en el cielo fue al profeta oral Micaías, quien vivió durante el reinado del rey Josafat de Judá. Durante una conferencia con el rey Josafat y el rey Acab de Israel, Micaías informó: “Vi a Yahvé sentado en su trono, y a todo el ejército de los cielos de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda” (1 Reyes 22:19).

Isaías tuvo una experiencia similar en el momento de su llamado a ser profeta. Escribió que vio “al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y el borde de sus vestiduras llenaba el templo” (Isaías 6:1). Criaturas angelicales especiales llamadas serafines volaban alrededor del trono de Dios gritando: “Santo, Santo, Santo es Yahvé de los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3).

El profeta Ezequiel presenció una escena similar el día en que fue ungido profeta (Ezequiel 1:1-28). La suya fue una experiencia espectacular. Vio cuatro criaturas angelicales que corrían por el cielo, similares en apariencia a los “seres vivientes” que Juan vio en el salón del trono de Dios (Ezequiel 1:1-10 y Ap. 4:6-8). Más tarde, Ezequiel se refiere a ellos como querubines (Ezequiel 10:15). Cada criatura parecía estar montada en una rueda brillante, y “iban y volvían, como si fueran relámpagos” (Ezequiel 1:14).

Estas criaturas condujeron a Ezequiel al trono de Dios. Al igual que Juan, notó que el trono tenía un arco iris a su alrededor, y la persona sentada en el trono, “que tenía apariencia de hombre”, estaba rodeada con “la apariencia del fuego” que “resplandecía” (Ezequiel 1:26-28).

El profeta Daniel fue la siguiente persona a la que se le permitió ver el salón del trono de Dios. Tuvo “un sueño y visiones” (Daniel 7:1) en el que vio al “Anciano de Días” en Su trono, y el “trono era como llama de fuego” (Daniel 7:9). Miríadas de seres estaban presentes para servir a Dios (Daniel 7:10). Y de pie ante el trono, Daniel vio al Mesías al que describió como “alguien como un Hijo del Hombre” (Daniel 7:13).

En el Nuevo Testamento, la primera persona a la que se le dio un vistazo del cielo fue Esteban, quien es descrito como “un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo” (Hechos 6:5). Fue arrestado por el Concilio del Sanedrín como parte de su esfuerzo por erradicar el cristianismo. Después de predicarles un poderoso sermón en el que los llamó “duros de cerviz e incircuncisos de corazón” y acusarlos de asesinar al Mesías (Hechos 7:51-52), reaccionaron con furia y comenzaron a apedrearlo hasta matarlo. Al morir, “miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55).

La única otra persona que las Escrituras revelan que recibió un atisbo del cielo es el apóstol Pablo. Después de su dramática conversión en el camino a Damasco (Hechos 9:1-9), Pablo dice que “fue arrebatado hasta el tercer cielo”, al que llamó “Paraíso” (2 Corintios 12:2). A diferencia de los demás, no presenta ninguna descripción de lo que vio. Simplemente afirma que escuchó “palabras inefables que al hombre no le es permitido hablar” (2 Corintios 12:4).

Entonces, para resumir, el Cielo actual se encuentra en el “tercer cielo”. Contiene la sala del trono de Dios el Padre. Jesús está presente allí, al igual que los espíritus de los santos muertos y miríadas de ángeles. Es un lugar de adoración interminable.

El Acceso de Satanás al Cielo

Una última cosa sobre el cielo actual que debe tenerse en cuenta es que Satanás tiene acceso a él. El libro de Job representa a Satanás ante el trono de Dios pidiendo permiso para probar a Job (Job 1:6-12). El libro de Apocalipsis dice que Satanás es un “acusador de nuestros hermanos” y que “los acusa delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:10).

Pero Apocalipsis revela que llegará un día en que esa actividad nefasta cesará. Dice que, a la mitad de la Tribulación, Satanás intentará por última vez apoderarse del trono de Dios. Luchará contra el Arcángel Miguel y sus ángeles, y será derrotado (Ap. 12:7-9). Satanás será arrojado a la tierra, y su acceso al cielo será cortado (Ap. 12:10-11). Entonces sabrá que le queda poco tiempo y procederá a tratar de matar a todos los judíos de la tierra (Ap. 12:12-17).

El Cambio Futuro en el Cielo

El cielo actual donde Dios reside ahora vendrá a la tierra después de que el reinado milenial de Jesús haya terminado y la tierra actual haya sido refrescada y redimida a través del fuego, produciendo la Tierra Nueva de la eternidad. Apocalipsis dice que seremos bajados a esa Tierra Nueva dentro de nuestra ciudad eterna, la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2,10-11). Y Ap. 21:3 dice que Dios descenderá a la Tierra Nueva y habitará entre Su pueblo.

La sala del trono de Dios será trasladada del tercer cielo a la Tierra Nueva. Dado que el cielo es donde reside Dios, el cielo vendrá a la tierra. Por lo tanto, cuando los cristianos hablan de vivir eternamente en el cielo, lo que realmente están diciendo es que vivirán para siempre en esta tierra, redimida y devuelta a su perfección original.


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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