Por Tim Moore
Mientras los cristianos estadounidenses celebraban la Pascua en 2020, estaban haciendo frente a niveles sin precedentes de intrusión gubernamental en las prácticas típicas de adoración. La mayoría de las iglesias en los Estados Unidos cumplieron con los decretos de salud pública generalizados para minimizar las reuniones en grupo. Por lo tanto, en vez de lugares de culto llenos en el día más importante del calendario cristiano, se conformaron con servicios grabados transmitidos por Internet.
Muy pocos pastores se negaron a cancelar sus servicios de adoración en vivo. Abriendo sus puertas a cualquiera que sintiera el deseo de asistir, afirmaron que su lealtad a Dios superaba su lealtad al César. Otras iglesias decidieron organizar servicios de adoración al estilo de los autocines, donde los fieles pudieran reunirse corporativamente, mientras honraban las pautas de distanciamiento social desde la comodidad de sus autos.
Incluso esa opción fue considerada demasiado arriesgada por algunos líderes electos. En Kentucky, el Alcalde de Louisville prohibió los cultos en autocine — sólo para que su decreto fuera declarado inconstitucional por un juez federal. El Gobernador de Kentucky, Andy Beshear, quien ordenó el cierre de todas las iglesias pero declaró que las clínicas de aborto y las licorerías de Kentucky eran servicios “esenciales”, envió a la policía estatal a registrar la matrícula de cada vehículo que asistía a servicios religiosos no autorizados. Y, en Mendocino County, California, funcionarios locales demasiado celosos prohibieron a las iglesias cantar y tocar instrumentos de viento en sus servicios en línea. ¡Hablemos sobre la extralimitación tiránica!
Manifestante en los escalones del edificio del Capitolio de Michigan en Lansing, Michigan, el 15 de abril de 2020.
Logrando el Equilibrio
Se ha debatido mucho sobre el equilibrio adecuado que los cristianos deben lograr en medio de una crisis de salud pública. Un deseo real de “amar a otros como a nosotros mismos”, al tomar medidas razonables para salvaguardar la salud pública parece necesario y prudente.
Pero, a medida que la crisis continúa, las voces han sonado una alarma legítima sobre las consecuencias a largo plazo de una catástrofe económica — algo que afectará la salud mental, social y física. Un funcionario del condado de Tennessee lamentó ocho suicidios recientes, argumentando que el aislamiento social estaba teniendo un impacto mucho mayor en su comunidad que el coronavirus.
Entre las lecciones importantes que se pueden extraer de esta experiencia se encuentra la conciencia de la corrosividad del poder ejercido sin restricciones. La naturaleza pecaminosa de la humanidad significa que el poder absoluto realmente tiende a corromper absolutamente. Es por eso que nuestros Fundadores crearon un sistema de controles y equilibrios — lo que asegura que el poder nunca se consolide en un poder o un cargo. Como escribió John Adams: “El poder siempre piensa que tiene una gran alma y una vasta visión, más allá de la comprensión de los débiles; y que está haciendo el servicio de Dios, cuando está violando Sus leyes”.
Por lo tanto, aunque se nos ordena orar por los que están en autoridad, nunca debemos depositar toda nuestra confianza o fe en ellos. Tiempos como éste demuestran la importancia de poner nuestra esperanza en Aquel que es omnisciente y omnipotente.
Manifestante contra el cierre de negocios en San Diego, California.
Lecciones de la Pasión de Cristo
La Biblia consistentemente describe a reyes y gobernantes como imperfectos. Incluso David — el mayor rey de Israel — tenía defectos y era propenso al error. El gobierno de cada rey se consideraba justo o malvado en función de su adhesión consistente a la Palabra de Dios. Cuando un rey se desviaba, la nación sufría las consecuencias.
Ese truismo no se limita al Antiguo Testamento. Es un axioma que se ha demostrado una y otra vez en todo el mundo. En el Nuevo Testamento, varias autoridades involucradas en la crucifixión de Jesús ofrecen ejemplos indelebles del poder ejercido irresponsablemente.
1. El primer grupo de oficiales que Jesús encontró consistía del sumo sacerdote y los miembros del Sanedrín (Lucas 22:66-71). Su animosidad colectiva hacia Él ya era evidente. Debido a que no podían discernir la verdad de Sus afirmaciones y porque amenazaba el status quo de su autoridad, la Biblia dice que buscaron una oportunidad para condenarlo ante el pueblo (Juan 11:47-53). Al final, sobornaron a Judas para que les entregara a Jesús. Luego, violaron su propio proceso judicial para apresurar un pronunciamiento de culpabilidad.
2. El segundo individuo que se destaca en la condena de Jesús es Poncio Pilato (Lucas 23:1-7). Fue nombrado por César para representar a Roma en Judea. Como tal, su responsabilidad era imponer la Pax Romana (paz romana) a una población resistente — sofocando los levantamientos, garantizando la recolección de impuestos y manteniendo el status quo. La Escritura deja en claro que Pilato se había vuelto cínico. Se burló con desdén del concepto mismo de la verdad (Juan 18:33-38). Pilato estaba más interesado en equilibrar las expectativas de César, las exigencias de los líderes religiosos judíos, las claras dudas de su propia esposa, y su sentido de que Jesús no merecía la muerte. Pero, al final, Pilato no tuvo la fortaleza moral para hacer lo que era justo y correcto. En cambio, buscó apaciguar las voces más fueres y absolverse de la responsabilidad (Mateo 27:17-24; Marcos 15:9-15).
3. El siguiente individuo que se destaca en la narrativa es Herodes Antipas — el mismo Herodes que hizo decapitar a Juan el Bautista. Éste no era Herodes el Grande — el gran constructor que gobernó con puño de hierro. Este hijo del anterior Herodes era un adulador que gobernaba la región de Galilea. En lugar de tomarse en serio su papel de reinar y administrar justicia, tenía fama de ser un buscador de placer hedonista. Estaba principalmente interesado en Jesús como curiosidad y obrador de milagros. Es revelador que Jesús nunca respondió a las preguntas y peticiones de Herodes para ver un milagro (Lucas 23:8-11). Aunque Herodes no vio ninguna razón para condenar a Jesús, se unió a sus soldados para burlarse de Jesús.
4. El siguiente grupo de individuos que desempeñaron un papel en la pasión de Jesucristo estaba compuesto por los diversos guardias y soldados que estaban “sólo siguiendo órdenes”. Tanto los guardias del templo judío como los soldados romanos, trataron a Jesús con gran desprecio, siguiendo sin pensar los edictos de los hombres nombrados sobre ellos (Mateo 27:27-31; Juan 18:12-13). En ambos casos, demostraron una brutalidad sádica que ofende nuestros sentidos hasta el día de hoy. Pero, la humanidad ha producido millones como ellos a lo largo de la historia. Los nazis en Alemania, los soviéticos en Rusia, y los racistas llenos de odio en el pasado de nuestra propia nación, no podrían haber perpetrado sus maldades sin grandes cuadros de hombres que ejercen el poder de una manera impía. Cada dictador hasta el día de hoy tiene una multitud de policías secretos incondicionales para cumplir sus decretos autoritarios.
5. El último grupo que debemos observar de la experiencia de Jesús es la masa de personas parecidas a ovejas que toleraron la injusticia. Representan una autoridad en sí mismos, porque tanto los líderes religiosos y Pilatos desconfiaban de su voluntad colectiva — o al menos la amenaza de que pudieran comenzar una insurrección (Lucas 22:2; Mateo 27:24). Muchas de esas personas comunes formaban parte de la multitud voluble que había aclamado a Jesús como el “Hijo de David” menos de una semana antes — un claro reconocimiento de Su título mesiánico. Pero, en la mañana de Su crucifixión, habían sido influenciados contra Él, atrapados en la turba, o acobardados en silencio. Después de un estallido inicial de resistencia en el Jardín de Getsemaní, incluso los propios discípulos de Jesús se asustaron con desesperación.
La imagen de arriba es el servicio de adoración “drive-in” de Pascua de la Iglesia Bautista Ashland Avenue en Lexington, Kentucky. Reuniones como ésta fueron condenadas por los gobernadores y alcaldes de nuestra nación como una amenaza para la salud pública.
El Evangelio Resplandece
Reconocer el comportamiento de hombres pecadores no quita el plan orquestado de Dios que condujo a la muerte de Jesús. Como dijo, nadie le quitó la vida. La puso y la volvió a tomar — ambas por Su propia autoridad (Juan 10:17-18). Incluso Pilatos sólo pudo ejercer autoridad sobre Él porque se le había dado esa autoridad desde arriba (Juan 19:10-11).
La buena noticia es que Dios envió a Su Hijo — ofreciéndolo como el sacrificio perfecto por el pecado del mundo. Las deficiencias del hombre no disminuyeron la magnitud del gran amor de Dios por la humanidad, que se manifestó en la Cruz. Tampoco restringió el poder de Dios, que fue demostrado por la tumba vacía.
En la segunda parte de esta serie sobre la libertad religiosa, haremos algunas comparaciones entre las diversas autoridades en el tiempo de Jesús con nuestras autoridades en el gobierno de hoy.
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la FeOriginal article:
Viral Threats to Religious Liberty
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