domingo, 1 de mayo de 2011

El Pueblo de Dios no será avergonzado en el tiempo de calamidad


Cuando comencé a preparar este mensaje, el periódico Wall Street Journal reportaba que el mundo entero estaba cubierto bajo una gran nube de miedo. Las personas en todas las naciones están ahora paralizadas por lo que está aconteciendo en el mundo.

Fui guiado al Salmo 37, escrito por David, el cual dice: “Conoce Jehová los días de los perfectos, y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el mal [y catastrófico] tiempo, y en los días de hambre serán saciados” (Salmo 37:18-19, énfasis añadido).

He aquí una profecía asombrosa para el pueblo de Dios, y se está cumpliendo ante nuestros ojos. En pocas palabras, el Salmo 37 nos dice que el Señor actúa contra aquellas sociedades cuyos pecados han afrentado al cielo. David profetiza: “Los brazos [el poder] de los impíos serán quebrados” (37:17). Pero este mismo salmo es también uno de mucha esperanza. Contiene una promesa increíble para aquellos que ponen su confianza plenamente en el Señor.

Primero, llega el tiempo cuando Dios ya no puede soportar la codicia, la ambición y el fraude que hombres impíos cometen contra los pobres y necesitados. La profecía de David habla de una pérdida súbita de poder financiero: “Mas los impíos perecerán, y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros serán consumidos; se disiparán como el humo” (Salmo 37:20). Lo que se deduce aquí es que el fuego consumirá súbitamente la riqueza de los poderosos. Las riquezas rápidamente se convertirán en humo, tal como la grasa en las llamas.

Y ciertamente vemos ese cuadro en lo que le ha acontecido a la economía de Estados Unidos. En cuestión de dos semanas, más de 4 trillones de dólares de riqueza estadounidense desaparecieron. Ahora se nos dice que otros trillones más se desvanecerán como humo. Las Bolsas de Valores de todo el mundo han estado en shock al escuchar las noticias, y los corredores de bolsa han estado llorando y lamentándose.


Lo que vemos que le está sucediendo a nuestra economía no es sólo la venganza de Dios. Tiene que ver con el mismísimo honor y gloria del Dios Todopoderoso. Él no se quedará mirando sin hacer nada mientras que sus caminos son calumniados por los impíos. Ezequiel escribe: “El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda la multitud… Tocarán trompeta, y prepararán todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está sobre toda la multitud” (Ezequiel 7:12, 14). En medio de la maldad, Dios ha sonado la trompeta de alarma, pero la advertencia ha sido ignorada.

Pablo también describe nuestros tiempos cuando escribe: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos…los hombres malos y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:1, 13). Piense en las grandes compañías inmobiliarias que sedujeron y engañaron a los pobres, a los que no tienen mucha educación y a los desempleados. Estas personas, sin saber mucho, fueron inducidas a firmar créditos hipotecarios que nunca podrían pagar, y cuando llegó el momento de pagar, se quedaron sin casas. Bancos de buena reputación quebraron debido al fraude, pero sus ejecutivos salieron de apuros con sus muchos millones, gracias a sus "clausulas doradas" en caso de bancarrota.

Aquí está el tema de mi mensaje: “El que sostiene a los justos es Jehová…No serán avergonzados en el mal tiempo [de calamidad]” (Salmo 37:17, 19, énfasis añadido). Usted puede preguntarse: “¿Qué significa esto exactamente?” Significa simplemente lo siguiente: Dios es fiel no solamente en pagar por las maldades, sino también en cumplir sus promesas. En efecto, David está diciendo: “Miren a su alrededor y vean cómo Dios cumple su Palabra. Sus advertencias ahora están siendo manifestadas en los encabezados de sus periódicos, sus acciones están en todos los medios de comunicación. Yo les pregunto, ¿no mantendrá también Dios su Palabra para preservar a sus escogidos?”.

Piense en esto: No importa lo que suceda en el mundo, no importa cuán espantosas se vuelvan las noticias, cuán severamente se sacuda el mundo, cuánto se tambaleen las economías hacia el colapso; el pueblo de Dios no será avergonzado. Por supuesto que Dios trabajará con nuestra fe para cumplir su Palabra con nosotros. Podremos sufrir, pero él saldrá a favor de todos aquellos que confían plenamente en él. El mundo nunca nos podrá decir: “Su Dios no mantuvo su Palabra”.

No se equivoque, vamos a enfrentar situaciones imposibles en los días que vienen. Pero nuestro Dios dice que él es Dios de lo imposible, hace milagros donde no hay respuestas humanas. De hecho, por voluntad propia él pone su reputación en las manos de su pueblo, invitándonos a comprometerlo a su Palabra. Usted puede pensar: “Pero... Dios puede defender su propio nombre. El no me necesita.” ¡No es así! Dios ha escogido a su gente para que sean Su testimonio a un mundo adormecido, insensible. Y él nos llama a comprometerlo abiertamente a hacer lo que Él ha prometido.

Amado santo, ¿está usted enfrentando una situación en la cual aún no ha comprometido a Dios? ¿Está usted siendo llamado a poner su fe en un lugar desconocido y distante? ¿Ha llegado a la conclusión que “sólo un milagro del Señor puede salvarme”? Tal vez no podemos imaginarnos cómo es que Dios nos librará; nadie en la Biblia lo supo tampoco. Pero sí sabemos esto: Tan sólo uno de sus ángeles puede desbandar a 185,000 hombres (2 Reyes 19:35)

Dios nunca avergonzará a los que confían en él. Él cumplirá su Palabra para con usted porque su propio honor está en juego.

Nota del editor: Este artículo es un fragmento de un sermón predicado en diciembre del 2008.

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